jueves, 1 de octubre de 2009

MeNtez PerTuRBaDaz 2


CAPITULO 2
“ENCUENTROS”

Las semanas pasaron, decidí teñirme mi cabello de negro porque ya no quería ser yo, quería ser diferente, necesitaba ser otra persona para poder olvidarme del dolor que tenía dentro, aunque no cambiaba ni siquiera un poco.

Llegue como todos los jueves a mi terapia psicológica. La terapia no me servía; en ningún momento estuve mejor pero de vez en cuando me gustaba hablar con alguien, ya que después del accidente no tenía amigos ni nadie con quien platicar.

La psicóloga era una persona muy amable y linda, se llamaba Verónica, su mirada me relajaba, los consejos que me daban me gustaban, aunque nunca los use, si yo pudiera sentir algo en mi corazón, ella hubiera sido una amiga muy querida.

-Hola Zamantha, siéntate- su mirada castaña miraba la puerta por la que yo había entrado
-Hola Verónica- entre y me senté en el diván
-Espero que el sábado puedas venir, voy a dar una terapia grupal, y me gustaría que contaras tu historia y que supieras la de los demás- me miro fijamente, yo no sabia que aspecto tenía mi rostro pero ella se sorprendió- ¿Quieres contarme algo mas que no me hayas dicho?
-No- mentí, nadie tenía que saber lo ocurrido con Asael- Prometo ir
-Entonces el sábado nos vemos a las nueve de la mañana

Mis días ahora eran muy aburridos, todo tan rutinario nada cambiaba, de la casa a la escuela y viceversa, nada bueno pasaba en mi vida, y así con esa vida tan aburrida llego el sábado de la terapia en grupo; en verdad yo no quería ir, desde el asalto ya no pude confiar en nadie más, mi vida era yo y mi mente, pero tenia que hacer algo que no fuera tan rutinario, quería cambiar mi vida así que ese día decidí ir.

-Buenos días- entre a un estancia muy amplia, pude contar 8 chicos sentados en el piso formando un circulo, algunos hablaban otros se solo miraban, mientras la psicóloga escribía algo en el pizarrón que estaba en el fondo del salón.
-Buenos días- todos me contestaron en coro con una amplia sonrisa
-Hola, ¿cómo te llamas?- me pregunto una chica morena
-Me llamo Zamantha- le conteste después de unos segundos, ya que tanto tiempo sin socializar con alguien nuevo, me costaba mucho trabajo confiar en la gente
-Yo soy Elena, mucho gusto- me dio la mano, con el mismo miedo que mi respuesta le di la mano

-Estamos aquí para que conozcan más gente y que entre todos nos podamos ayudar, así que primero…- decía la psicóloga pero alguien la interrumpió
-Perdón, buenos días- un chico abrió la puerta, sus ojos eran verdes, su cabello negro lacio un poco largo, era blanco como la nieve, yo tenía la boca abierta, nunca había visto a un chico tan guapo, sentí algo raro en mi corazón algo que nunca había sentido en mi vida pero ese sentimiento tenía que acabarse, no podía dejar siquiera que ese sentimiento empezara, ya que no quería volver a sufrir.
-Pasa, siéntate con nosotros- Verónica le brindo una sonrisa, y se volvió a dirigir a nosotros- bueno lo primero que tenemos que hacer es presentarnos, Elena comenzamos contigo.
-Soy Elena, tengo 18 años y estoy aquí porque estoy loca- todos empezamos a reír con su comentario, era una chica muy amigable
-Me llamo Marco, tengo 20 años, estoy soltero por si alguna chica se quiere apuntar- era un chico alto blanco y muy flaco, tenia ojos cafés claros casi llegando a miel, su mirada no era dulce era como pervertida, desvestía a las chicas con su mirada.
-Yo soy Lilia, tengo 23 años, no quiero hacer amigos, porque claro hasta ahorita no he visto alguno que sea de mi catego- era una chica muy presumida, la odie desde el primer momento en que la vi.
-Mi nombre es Josafath, tengo 21 años, estoy aquí porque me cuesta mucho confiar en la gente, y quiero cambiar eso, por eso mismo llegue tarde, tenía miedo de venir, lo pensé mucho y estoy aquí, espero que todo salga bien- nuestras miradas se cruzaron, y deje de pensar, de escuchar, solo veía sus ojos, era algo tan…
-Zamantha, Zamantha- escuche voces muy lejanas, decían mi nombre pero yo solo podía escuchar la voz del ojiverde, pensar en su mirada y saber que había una persona que pensaba igual que yo, desde ese momento me di cuenta de que él y yo éramos muy iguales, éramos diferentes a todas las personas, pero él y yo pensábamos igual.
-Zamantha te toca presentarte- hasta ese momento deje de pensar en él
-Bueno este yo soy… - nunca me había dado tanta pena, con esos ojos verdes mirándome fijamente no podía concentrarme, hasta mi nombre se me había olvidado- me llamo… Zamantha, tengo 20 años, estoy aquí porque quiero cambiar mi vida, ya no quiero que sea tan rutinaria.

Era lo único que se me había ocurrido decir, todos me miraban raro, porque se daban cuenta de que yo era muy extraña pero no me importaba lo que dijera la gente de mi, y menos ahora que lo único que me importaban eran esos ojos verdes, no eso no me importaba para nada, solo venia a este lugar para distraerme no para pensar en chicos.

-Yo soy Julio, y pues quiero conocer más gente y que nadie me vea mal- era un chico muy afeminado, yo siempre he apoyado a los gays por que son gente igual que todos, tienen gustos diferentes pero quien no, nadie en el mundo tiene los mismos pensamientos.
-Me llamo Daniel, a mi me gustan los autos son mi pasión, me gustan las fiestas, los amigos y estoy aquí para tener más amigos- sus ojos azules eran muy lindos pero su cara no quedaba con esos lindos ojos, además de que tenía una cara de maniático.
-Hola yo soy Mariana, me encanta el color rosa- de hecho se notaba mucho, ya que todo lo que traía lo combinaba con distintos tonos de rosa- odio el color negro- me miro de arriba abajo y puso cara de asco, siempre era lo mismo juzgaban a la gente sin conocerla.
-Soy Alejandro, me pueden llamar Alex, amo la música, mas el rock, pero pienso que toda la música es buena porque dice realmente lo que las personas sienten- se vestía muy bien ese chico, pantalones entubados, una playera negra con letras rojas y un cabello muy despeinado- tengo una banda de rock, toco la guitarra y me gusta escribir canciones, así me desahogo y puedo expresar mis sentimientos.
- Yo me llamo Lorena, algunos me dicen Lorenza- todos reíamos junto con ella- es que a veces soy muy rara, pero me gusta como soy, me gusta mucho leer y creo que es lo único que hago bien.

-Gracias a todos por venir, espero que les guste este pequeño grupo que hicimos, y como ya lo dije es para conocer más gente y apoyarnos unos a otros, todos tenemos diferentes problemas pero podemos salir adelante juntos, también nos vamos a divertir realizando diferentes tipos de actividades, así que pónganse cómodos y bienvenidos- todos aplaudimos después de que Verónica hablo, todos estaban muy contentos, pero yo solo quería salir corriendo.

No me gustaba la gente, odiaba a la gente y yo sabía que ellos no me podían ayudar en mis problemas mentales y menos ese chico de ojos verdes, que empecé a odiar desde que sentí algo en mi corazón, no quería sentir nada solo quería estar vacía.

La semana paso muy rápido, nos conocimos mucho éramos como un grupo de amigos, bueno era lo que ellos decían, pero yo nunca los considere como eso, solo eran conocidos, que a veces me hacían olvidar todo lo malo que había pasado en mi vida y eso me hacía sentir mejor.

Yo trataba de evitar a Josafath, no quería sentir nada igual que ese día que lo vi por primera vez, pero todos mis esfuerzos eran un asco, trataba de no pensar en el, pero todo lo que veía me recordaba a él, cuando dormía, mis sueños eran él, no sabía lo que me estaba pasando pero no me gustaba para nada.

-Hola Zamantha- yo estaba asomada en la ventana del salón pensando en las musarañas y mi corazón se destruyo en pedazos, no él no podía hablarme, no quería que me hablara, quise ser grosera y no contestarle pero al verlo a los ojos, me rendí, su mirada era tan hermosa.
-Hola- le conteste, mi cara me ardía de tanto calor, solo sentí como me cambiaba a color rojo.
-¿Te puedo hacer una pregunta?- ¿qué quería preguntarme?
-Si… dime- solo quería saltar por la ventana
-¿Te caigo mal? ¿Huelo feo? ¿O algo por el estilo?- me ganaba la risa, hace mucho que no reía así
-No- creo que comprendía por qué decía eso, pero de todos modos le pregunte, no quería quedarme con la duda - ¿por qué lo preguntas?
-Que hermosa risa tienes, nunca te había visto sonreír- se me quedaba viendo, su mirada me deshacía y hasta hacia que se me olvidara respirar- es que casi no me hablas, bueno es más, nunca me habías dirigido la palabra.
-Lo siento, a veces no me gusta platicar con la gente soy muy callada, prefiero estar sola, en mi mundo, así nadie me lastima- todo era verdad, no sé porque pero él me daba la confianza de hablar sin rodeos y decir solo la verdad
-Pienso lo mismo yo, mucha gente me ha lastimado, por eso siempre pienso antes de hablarle a alguien, pero es que no sé tú tienes algo… me das mucha confianza, sé que no me vas a defraudar nunca- el no podía pensar lo mismo que yo ¿será que él podía leer mi mente?
-Chicos, necesito decirles algo importante- la psicóloga interrumpía nuestra conversación- el lunes quisiera que fuéramos de campamento, para despejarnos un poco de la ciudad, y de todos los problemas que tenemos, nos iremos una semana ¿Quién está de acuerdo?

Todos levantaban la mano, yo no quería ir pero todos se me quedaban viendo raro, y no quería dar explicaciones por que no quería ir, así que levante la mano, luego pensaría en alguna excusa para no ir, no me gustaba estar con personas extrañas y menos una semana completa.

Era domingo, me despertaron los rayos de sol en mi cara y recordé el día que desperté de coma, no sabía si alegrarme de estar viva o enrístreseme por estar viva por fuera y muerta por dentro, había pensado muchas veces que hubiera estado mejor estar muerta, ya que no servía en este mundo para nada, muchas otras veces trate de suicidarme, pero por alguna razón el destino me quería ver viva, no se para que si solo seguía sufriendo.

Me levante a desayunar, solo comía por necesidad no porque me gustara la comida, solo era una muerta viviente, me odiaba mucho. Estaba pensando en todas las posibilidades de cómo podía morir, cuando algo me distrajo, alguien toco a mi puerta; nunca nadie me visitaba era algo raro, me levante para abrir, pero el terror corrió por mis venas, ya que me llego a la mente la única persona que me visitaba de vez en cuando desde que salí del hospital.

-Ábreme maldita, se que estas ahí- era la voz que no quería escuchar

Mis ojos se llenaron de lágrimas, ya no más dolor por favor, quería desaparecer y con más razón morir, Asael casi tiraba la puerta, no dejaba de golpearla, el miedo no cesaba, corrí lo más lejos que pude de la puerta, y me escondí en un rincón. De repente el silencio invadió el lugar, no se escuchaba nada más que mi respiración y mis latidos agitados, trate de escuchar algo mas, pero no había nada, me calme un poco y me levante iba a dar un paso cuando un sonido ensordecedor cruzo por toda la casa, me quede inmóvil, sabía que él había podido abrir la puerta y había entrado, ya no podía hacer nada, si me escondía sabia que él me iba a encontrar.

-Hola amor- sus ojos de lujuria, hacia que temiera, ya no podía mas, ya no aguantaba lo que me hacía, pero no podía hacer nada para detenerlo.

Se acerco a mí, le di una patada en la espinilla, grito de dolor y corrí lo más rápido que pude hacia las escaleras, pude subir unas cinco escaleras, cuando supe que otra vez venia tras de mí. Yo lloraba, gritaba, estaba desesperada ya no podía mas, ya no quería este miedo y dolor dentro de mi quería morir, solo quería eso, me rendí, estaba cansada de correr, estaba cansada de gritar y por supuesto estaba cansada de vivir.

Asael me alcanzo, yo no hice ningún esfuerzo para defenderme, me amarro en mi cama, me desnudo y como siempre, me volvió a violar, ya no sentía nada, dolor, miedo, sufrimiento, todo se había borrado. Creí estar muerta, porque me sentía en paz, pero no tenía esa suerte solo me había quedado dormida, creo que era lo único que disfrutaba de la vida, dormir, ya que así no podía pensar olvidaba mis problemas, a veces tenia pesadillas, en ellas siempre estaban Asael, mis “amigas” y el asaltante, cuando tenía suerte soñaba con Josafath, no me gustaba mucho pensar en el, pero era mejor que tener pesadillas con las personas que mas odiaba en el mundo.

Después de que me desperté empecé a preparar mi maleta para ir al campamento, prefería ir al bosque, que quedarme en mi casa y que viniera Asael a visitarme, ahí nadie me iba a molestar porque todos eran muy buenos conmigo.

Salí de mi casa, aun estaba oscuro el cielo, pedí un taxi para que me llevara al lugar donde salía el camión, me vi en el retrovisor y note que mis ojos estaban un poco inflamados, había sido de tanto que había llorado en la noche, ojala nadie notara que había llorado, ya que no tenía una excusa para eso y la verdad no tenía ganas de inventar una.

-Hola Zam- era la voz más hermosa que había escuchado
-Hola Josafath- sus ojos me miraban fijamente
-¿Estás bien? ¿Te ves un poco triste?
-Estoy bien solo que no pude dormir bien anoche- mentí, me daba confianza pero no podía decirle a él lo que pasaba con mi ex novio, no quería que sintiera lastima por mi
-Pues ahorita te duermes en mi hombro- los dos reíamos, me sentía muy bien a su lado, pero no quería sentir algo mas por él- ven, te ayudo con tus maletas, tu ve apartando nuestros lugares en el camión
-Está bien, nos vemos arriba

Subí al camión y ya estaban todos ahí, todos platicaban y estaban emocionados por ir al campamento, el camión era muy grande para los pocos que éramos y así estaba mejor, no tenía que estar aguantando platicas de todos, y para estar más lejos de todos, me senté hasta atrás.
-Que bueno que escogiste estos lugares, así podremos dormir a gusto, sin que nadie nos moleste- el ojiverde se reía, como me encantaba su risa tan perfecta-¿Por qué estas en terapia?
-Por que un idiota me asalto y me acuchillo, y pues estuve en coma
-Que feo, pero lo bueno que sobreviviste y estas aquí, si no, no sabes lo solo que me sentiría ahorita
-Gracias y tu ¿Por qué estas en terapia?
-Es un secreto- pude ver que su mirada se entristeció
-Bueno, algún día me lo contaras verdad
-Si… algún día

Después de esa plática nos quedamos dormidos, soñé con él, no recuerdo bien lo que soñé pero solo con soñar con sus ojos, mi corazón y mi mente eran felices y se olvidaban del dolor por completo. Cuando desperté yo estaba recargada en el hombro de Josafath y sin querer mis labios se transformaron en una sonrisa, me sentía bien a su lado, me sentía protegida, me sentía querida, me sentía… viva.

-Chicos despierten, ya llegamos- la voz de la psicóloga nos hacia volver al mundo. Me había vuelto a dormir, lo último que recuerdo fue que vi como dormía el ojiverde y lo seguí viendo pero eran mis sueños

Todos se nos quedaban viendo mientras despertábamos bien, no sé porque pero sospechaba que ellos pensaban que entre Josafath y yo había algo. Bajamos todos del camión, todo era tan hermoso afuera, todo era verde, lleno de árboles, ya me hacía falta estar un rato con la naturaleza, lejos de tanta contaminación ambiental y mental.

Todos caminábamos alejados ya que cada quien se detenía a mirar algo que le llamara la atención.

-Oye ¿ya eres novia de Josafath?- mis sospechas eran reales
-No Elena ¿por qué lo preguntas?
-Es que los veo muy juntitos y la verdad hacen bonita pareja- ojala eso fuera verdad, pero él y yo nunca vamos a poder estar juntos porque él es un dios y yo solo soy una esclava
-Claro que no hacen bonita pareja, Josafath queda mejor conmigo, por que los dos somos guapos y tú… cero que ver con él, eres patética al pensar que puedes andar con él- sus palabras hacían que me enojara cada vez mas
-Yo nunca dije que quería andar con él, y si tu lo quieres pues quédatelo a mi no me interesa- mentira

Lilia me caía tan mal que a veces me daban tantas ganas de golpearla hasta que reaccionara, y por supuesto ahora me caía peor ya que le gustaba Josafath, y él era mío solo mío, no, tenía que dejárselo a ella porque a mí no me tiene que interesar, tenía que olvidarlo. Y el plan que invente en ese momento no era tan malo, era perfecto para olvidar a ese ser que me hacía sentir bien. Mi plan era hacerme amiga de Lilia y ayudarle a que se hiciera novia de Josafath; pero como me iba doler entregárselo a ella, porque me doy cuenta de que en esta oscuridad que tengo dentro de mí, el es mi única luz, mi única salvación.

-¿En qué piensas? ¿Seguro en mi verdad?- la voz de Marco me daba un poco de miedo, se parecía tanto a la de Asael y no en que tuvieran el mismo tono si no porque eran perversas.
-No pienso en nada, adiós- me aleje de él pero su mano me tomo del brazo
-Claro que piensas en mí, en lo rico que sería hacérmelo- me lo decía al oído
-Que asco me das- era verdad, el me recordaba tanto al maldito de mi ex novio
-Dime que es verdad lo que digo- levantaba la voz y me agarraba más fuerte
-Suéltame, me lastimas- estaba forcejeando para que me dejara pero mis esfuerzos eran nulos
-Déjala en paz- de verdad que él era mi salvación
-No la voy a dejar así que lárgate de aquí y déjanos a ella y a mis solos

Josafath tenía la mano en el aire, cuando Verónica se la detuvo
-No quiero peleas aquí, dejen de discutir por favor, aquí venimos a relajarnos, así que por favor dense la mano- y así fue, de mala gana pero tuvieron que hacerlo

-¿Estas bien? ¿No te lastimo?- el ojiverde me veía asustado
-Estoy bien, no paso nada, gracias por defenderme
-De nada, y si ese maldito te vuelve a tocar me avisas, porque no puede tratar así a una mujer

De verdad él era un rey, simplemente era perfecto, pero cuanto me dolía que mi corazón sintiera algo por él, me daba mucho miedo tener ese sentimiento en mi corazón, me daba miedo que me hiriera, ya sufría demasiado con mi vida patética, y él se sumaba a mis problemas.

Llegamos a una cabaña, era hermosa y muy grande, tenia comedor, cocina, sala y pensé que había un cuarto para cada quien y eso me hacía sentir muy bien, así no tenia que meterme en los chismes de las chicas, en las platicas de los chicos o simplemente me libraría de ver al ojiverde, que tanto quería olvidar.

-Chicos por favor acérquense- todos hicimos caso- hice unos papelitos, para saber quién se va a quedar con quien, ya que solo hay seis habitaciones, yo como soy la jefa- reímos- me toca quedarme en una, que es la más pequeña y en las demás se van a quedar de dos en dos

En una bolsa que traía en la mano estaban los papelitos con nuestros nombres, y empezó a sacar uno por uno
-Marco y Daniel
-No se vale, yo quería con la mami de Zamantha- Marco era un pervertido
-Cállate, déjala en paz- mi defensor me hacia feliz
-Cálmense por favor, no hay cambios, se tienen que quedar como yo les diga- Verónica levantaba la voz- ¿entendido?
-Si- contestamos en coro
-Julio y Mariana, Elena y Alejandro- todos se iban con su pareja, Mariana le preguntó algo a la psicóloga y en esa distracción me di cuenta de que solo faltábamos cuatro, estaba muy nerviosa
-Lilia y Lorena- no puede ser, no con el no- y claro Josafath y Zamantha

Por más que me quería alejar de él, el destino estaba en guerra conmigo para que yo estuviera con Josafath y eso no me gustaba para nada.

Me instale en mi habitación, solo había dos camas, eso era suficiente para mi, además no pensaba estar mucho tiempo ahí, quería salir a disfrutar de la naturaleza, me quería relajar y disfrutar esa semana ahí, ya que me sentía en el cielo por que se que cuando me fuera a mi casa, regresaría al infierno.

Ya cuando todos instalamos nuestras cosas, ya era de noche, y todos estábamos cansados, solo cenamos, y cada pareja se fue a su habitación, ya mañana empezaríamos con las actividades.

Me acosté en mi cama, estaba cansada y no tenia sueño y creo que el ojiverde estaba igual que yo, porque solo estaba encima de las cobijas mirando al techo.

-Que mal me cae Marco, es un pervertido ¿no lo crees?- su voz me había asustado ya que estábamos en silencio total
-Si un buen, hasta miedo me da
-Yo te defenderé, de él y de todos los que te quieran hacer sufrir- mi corazón empezó a latir a mil por hora, nunca nadie me había dicho algo así
-¿Te puedo contar un secreto?
-Claro, sabes que yo nunca le diré nada a nadie
-Lo sé, por eso quiero decírtelo, por que sé que puedo confiar en ti, es sobre… bueno la razón por la que estoy en terapia, no le he dicho nada de esto a ninguno de aquí, bueno es mas a nadie en el mundo, la única que sabe es Verónica y bueno tu, que apenas sabrás, pero es que no sé cómo decirlo, no quiero que sientas lastima o te burles de mi, por que se que cuando te lo diga llorare
-Josafath, tu puedes confiar en mí- me senté a su lado y le puse mi mano en el hombro- y no me burlare si lloras, estaré aquí para consolarte
-Muchas gracias Zamantha- me abrazaba- nunca había conocido a una chica como tú, muchas gracias

Cuando me dio ese abrazo casi me deshago, hace mucho que nadie me abrazaba, creo que desde que era pequeña, a lado de ese ojiverde que siempre estaba en mis pensamientos, me sentía muy feliz y protegida, sabía que mientras él estuviera a mi lado, nadie me haría daño, y al igual que él, yo lo defendería con las pocas fuerzas que me quedaban.

-Estoy aquí porque… hace seis meses, tuve un trauma muy grande… estaba en la azotea de mi casa, checando el tinaco, y de repente escuche un ruido muy fuerte adentro de mi casa, y pues me asuste y baje corriendo, escuche la voz de mi papá rogando “Déjala a ella, hazme lo que quieras a mí, pero a ella no la toques por favor”, me acerque a la ventana y vi lo peor, que jamás veré en mi vida, un maldito apuntándole con una pistola a mi mamá, y con una sonrisa de oreja a oreja al escuchar las suplicas y los sollozos de mis padres. Me quede pasmado, mis piernas no respondían, yo quería correr para salvar a mis padres, quería matar con esa pistola al maldito que la agarraba, pero nada respondió- se le salieron las lágrimas, lo abrace fuertemente, como una persona tan hermosa, podía pasar por tal dolor- escuche el primer disparo y vi como mi mamá se desvaneció, mi papá gritó pero casi no se escucho, ya que otro disparo lo había silenciado, fue hasta ese momento que mi cuerpo reacciono, me eche a correr detrás del asaltante, pero ver morir a mis padres me quito todas la fuerzas que tenía y no lo pude alcanzar, regrese hacia donde yacían mis padres, me acosté junto a ellos y me puse a llorar, si el maldito quería robar algo, que lo hiciera en un banco o algo así ¿porqué en mi casa? ¿Porqué a mis padres?- se quedo callado, lloro con más fuerza, yo solo lo abrace más fuerte, yo también tenía lágrimas- después de media hora llego la policía, me hicieron algunas preguntas, les describí al asesino, pero hasta ahorita no lo han encontrado, me siento culpable por que se que pude haber hecho algo por ellos, pero de verdad mi cuerpo no respondió… no respondió
-Yo te creo, te quedaste en shock, no pudiste hacer nada por ellos, además también te hubieran matado a ti, yo se que tus padres vivieran estarían muy orgullosos por que tú sigues aquí y sigues luchando, no te das por vencido
-Muchas gracias, hace unos días lo que me mantenía vivo, era buscar a ese maldito y vengarme, pero desde que te… desde estoy en terapia grupal, tengo otra razón para vivir- se me quedó viendo fijamente a los ojos, nos acercamos mas y mas, pero me voltee, no quería que mi corazón latiera por él.
-Buenas noches- me acosté en mi cama
-Buenas noches- se me quedó viendo un poco confundido y apagó la luz

Aún en la oscuridad, no podía dormir, daba vueltas y vueltas en la cama, solo pensaba en él, y en como su mirada se acercó más a la mía, pude sentir su aliento en mi boca, y casi siento sus labios, pero yo no quería enamorarme de él.

Me desperté en la madrugada por que tenía ganas de ir al baño, no vi a mi compañero de cuarto supuse que había salido por la misma razón que yo, entre al baño, todo estaba muy oscuro, escuche una respiración muy agitada, así que a tientas prendí la luz.

No creía lo que veía, el azulejo blanco estaba lleno de una sustancia roja, vi de quien venía esa respiración, en el suelo estaba hincado Josafath y enfrente de él yacía tirado Marco, yo no entendía nada…
-¿Qué paso?- pregunte con la voz temblorosa
-Perdón… no quise… pero el…- Josafath estaba muy alterado, empezó a llorar y me abrazo fuertemente, sentí como la sangre se impregnaba en mi pijama
-¿Por qué le hiciste eso?- lo empuje, yo seguía viendo el cuerpo
-No te asustes, no te hare daño- se había acercado muy bruscamente a mí, yo salte- perdón, yo nunca haría eso, pero con lo que te iba hacer me dio muchísimo coraje, no se como lo hice, cuando reaccione vi la sangre en mis manos y el cuerpo sin vida de Marco, perdón
-¿Qué me quería hacer?
-El te iba… lo escuche hablar por teléfono…yo iba a tomar un vaso de agua y ahí estaba el hablando por teléfono, diciendo que hoy era la noche en que ibas a ser suya
-¿Cómo que suya?
-El te iba a… violar
-¿Qué? Ese maldito bastardo

Tenia tanta furia, en sus ojos inertes veía la ferocidad con la que me veía Brandon, me acerque y empecé a patear ese maldito cuerpo. Josafath me abrazo para que me calmara, ahora sabia que le debía mucho al ojiverde, él seguía siendo mi salvador, me quede un rato pensando, vi el cadáver y como buena criminóloga empecé a limpiar, ya que no quería que nadie nos descubriera.

-Tenemos que borrar toda la evidencia- decía yo mientras borraba todas las huellas que había dejado el asesino
-¿Qué hago yo?- me decía el ojiverde todavía nervioso
-Tenemos que esconder el cuchillo, quemar la ropa que está llena de sangre, para cuando llegue la policía, nosotros no seamos sospechosos, pero ahorita no tenemos mucho tiempo, en pocas horas se empiezan a levantar y no nos pueden ver aquí… Esconde las cosas en nuestro cuarto, en la parte de arriba del closet, en la mañana nos vamos al bosque a esconder toda la evidencia y poner evidencia falsa para que no lleguen a sospechar de nosotros
-Está bien- salió del baño
-Espera, llévate mi pijama también- me la quite, no me importaba que me viera semidesnuda sabia que él no era como Brandon o Marco- me traes una limpia por favor

Regresó de esconder las cosas, me dio otro pijama, yo ya había terminado de poner nueva evidencia y borrar todo lo que involucrara a Josafath, así que planeamos algo para que no sospecharan de nosotros.

-Ahhh- grite con desesperación, como lo habíamos planeado el ojiverde y yo
-¿Zamantha qué pasa?- Elena había llegado a lado mío- ¿Qué paso?- sus ojos estaban como platos, grito mucho más fuerte que yo y al ver tanta sangre y el cuerpo sin vida se desmayo.

No tardaron en llegar los otros compañeros del campamento incluido Josafath, no creían lo que veían, todos lloraban, gritaban, y Verónica llamaba a la policía.
Yo tuve que seguir fingiendo para que no sospecharan de mí, la verdad actuaba muy bien, solo me faltaba desmayarme hubiera sido un buen toque, pero todos creyeron todo nuestro teatro, hasta la policía, practicamos muy bien todo.

-Señorita Zamantha, nos puede explicar bien como encontró el cuerpo- un policía regordete se sentaba en el sillón a lado de mi, mientras me ofrecía una taza de té, yo con amabilidad y con un pequeño temblor de manos agarre la taza.
-Pues yo me levante para ir al baño, camine hasta allá, y cuando prendí la luz- empecé a llorar, para que me creyeran mas- lo vi… estaba tirado ya sin vida y con sangre alrededor, no sé qué persona haría eso, si se le puede llamar persona- llore un poco mas
-¿A qué hora fue eso?- el policía apuntaba todo lo que decía en una libreta
-Eran las tres de la mañana
-¿Qué fue lo primero que hizo usted?
-Pues grite como loca, estaba muy asustada y me quede paralizada, no supe que mas hacer
-¿Quién fue la persona que llego después de usted?
-Elena
-¿Alguien tardo más tiempo en llegar?
-No lo sé estaba en shock y no me di cuenta de nada
-¿Sabe de alguien que odiara a Marco?
-No lo sé, era muy amigable, a todos nos caía bien- mentí, aunque en ese momento pensé que teníamos un problema, porque Josafath había tratado de pegarle y el podía quedar como sospechoso
-Bueno señorita muchas gracias, váyase a descansar
-¿Cree que podre dormir sabiendo que anda un asesino suelto?-que dramática soy
-No se preocupe nosotros nos quedaremos aquí todo el día

Temblorosa me dirigí hacia mi habitación, con lágrimas en los ojos, todos me veían, me tocaban el hombro, de verdad me veía muy asustada, me encantaba fingir, por fin llegue a mi destino.
-¿Cómo te fue?- todavía tenía una mirada asustada
-Bien, todo conforme al plan, también a ti te llamaran, pero ya sabes que decir- me senté a su lado
-Zam… voy a decir que yo lo hice- vi como una lágrima pasaba por su hermoso rostro
-No lo hagas, no quiero que estés en la cárcel, a ti te deberían de dar una medalla, me salvaste, eres mi héroe, nadie hubiera hecho eso por mí, gracias- lo abrace
-¿De verdad?- sus brazos me abrazaban fuertemente
-Si, de verdad, yo no sé qué haría sin ti, eres un buen amigo, el único que tengo- en él confiaba mucho, no se porque razón, pero me gustaba estar con él, es la primera vez después del asalto que podía decir algo así de alguien.
-Tu eres muy especial en mi vida, gracias por no delatarme y salvarme- se me acerco lentamente, no podía separarme de su mirada, estaba hipnotizada, me acerque un poco mas y me levante rápidamente, no quería sentir nada en mi corazón, no quería volver a salir lastimada.
-¿Por qué…?- pero no termino la frase porque lo llamaron para que contara su versión de la historia, me dirigió una última mirada y salió de la habitación.

jueves, 28 de mayo de 2009

El SuEñO De LA PrInCeZa


CAPITULO 1
LA HISTORIA


Había una vez en un reino muy lejano una pequeña princesa muy hermosa, sus ojos eran azules como el agua, su cabello rubio como el oro y su piel blanca como la nieve.
Su habitación era inmensa y de color rosa; era el lugar favorito de la princesa, le encantaba sentarse a lado de la gran ventana que daba vista al gran jardín del castillo, se la pasaba ahí casi todo el día solo ella, un cuaderno, el sofá, la ventana, el jardín y la fuente de un ángel, hecha de oro; eso eran sus mejores amigos, ya que los reyes no la dejaban salir del castillo, ella quería conocer el mundo, mas gente, tan solo quería saber que se sentía tener aunque sea un solo amigo, pero solo conocía eso a través de los libros que había en la biblioteca del castillo.

-Mamá, papá- gritaba una niña, entrando a un gran salón
-Ahora no hija- contestó la reina muy distraída, era una señora muy hermosa, se parecía mucho ala niña, sus ojos azules, su cabello rubio, pero era muy amargada.
-Pero mamá les hice un dibujo- insistía la princesita
-Dije que ahora no- ya se había enfadado- Matilde llévatela a su habitación, y que no salga hasta que nos desocupemos- le decía a la mucama
-Vamonos princesa- le decía jalándola hacía afuera
-No quiero, déjame darles el dibujo que les hice, por favor- la niña lloraba
-Perdón, pero será después- le dijo cerrando la puerta del cuarto
La princesa estaba acostada en la cama llorando, siempre le habían hecho lo mismo, para ellos lo primero era el dinero, las leyes, el país y al final era la familia o sea ella. Quería que sus padres fueran eso: “padres” no reyes como los conocía toda la gente; veía en la televisión familias, leía libros de familias pero nada era igual a su familia, bueno solo los cuentos infantiles y las películas de fantasía, pero sabía que nada era real.

Pasaron los días y hasta algunas semanas mas y la niña no pudo darle el dibujo a los reyes, en el dibujo estaba su mamá, su papa y ella agarrados de las manos y atrás de ellos una casa muy pequeña, pero todos tenían una sonrisa en la cara; ese era sus sueño que estuvieran los tres juntos sonriendo, jugando y viviendo en una pequeña casa sin nada de lujos solo estar felices; pero ella sabía que eso no podía ser por que sabía que sus papás sin dinero no podrían vivir.

-Puedo pasar- tocaban la puerta
-Lila pasa- le decía la princesa muy feliz- por que me dejaste sola tanto tiempo- la abrazaba fuertemente
-Lo siento Estrellita, pero tenía que visitar a mi mamá- era una señora delgada, blanca con ojos color café con una mirada y una sonrisa muy tierna; se le salían lágrimas de los ojos.
-Me hubieras llevado contigo, me encantaría conocer a tu mamá, salir del castillo.
-Me encantaría pero ya sabes que no puedes salir de aquí, tus padres no lo permiten.
-¿Tu si me vas a recibir el dibujo que te hice?
-Claro quien no recibiría tus hermosos dibujos
-Mis papás, no han venido por el que les hice, están muy ocupados
-¿Qué?- gritó la nana enfadada
-¿Por qué gritas Lila?
-No por nada, no tardo, ahorita regresó- la señora salía rápidamente del cuarto, la niña estaba confundida pero se fue a sentar al sofá que estaba a lado de la ventana y empezó a dibujar.

-¿Majestad puedo hablar con usted?- diciendo eso hacía una reverencia
-Si, ¿qué pasa Lila?- la reina se encontraba sentada en un sofá mucho mas grande que el de la princesa
-¿Tiene tiempo para que hablemos de su hija?
-Tengo muy poco así que hable rápido
-¿Por qué no recibió el dibujo que les hizo?
-¿Qué de qué habla?
-Estrella les hizo un dibujo y ustedes estaban muy ocupados para recibirlo
-Usted no es nadie para hablarme así, acuérdese que yo soy la reina y usted una simple niñera
-Disculpe majestad, no era mi intención- hacia otra reverencia, esta vez mas grande- pero es su hija y tienen que cuidar de ella también, ella los necesita apenas tiene 7 años.
-Ahora quieres que haga tu trabajo- la reina decía con cinismo
-No majestad solo digo que le hagan un poquito mas de caso aunque sea solo platiquen 5 minutos con ella y reciban los dibujos que les hace, eso la haría muy feliz.
-Mi hija es muy feliz, tiene mucho dinero, ¿qué más le falta?
-Le falta su cariño- quería que la reina se diera cuenta de gran su error
-Mire, ya me harte, dígale que me traiga el dibujo y por favor ya no me vuelva a molestar con tonterías- la reina no entendía nada de lo que Lila le decía.
-Gracias majestad ahora le mando a la princesa- estaba enfadada, como no se podía dar cuenta de que el dinero no lo era todo, pensando en esto se dirigió hacia la habitación de la niña.

-Mi niña, agarra tu dibujo, ve con tus padres y daselos, hoy no están ocupados- le decía a la princesa
-Gracias Lila, muchísimas gracias, te quiero- la abrazaba muy emocionada y le daba besos en toda la cara; después de eso salió corriendo en busca de sus padres.

-Mamá, papá- gritaba emocionada
-Hola- su madre no mostraba ninguna emoción al verla- dame el dibujo
-Aquí esta mami- miraba hacia todos lados- ¿dónde esta papá también quiero que vea el dibujo que hice?
-No está, salió de viaje- le contestó sin importancia- ¿y que es esto que esta detrás?
-Es nuestra casa mami- la niña estaba muy feliz
-Nuestra casa- soltó una risa burlona- Esta no es nuestra casa hija, esta muy pequeña, y además no vivimos en una casa, vivimos en un castillo- siguió burlándose del dibujo
-Si ya lo se mami, pero me gustaría que viviéramos ahí, seriamos muy felices- la niña no entendía
-Nunca viviremos en un lugar así- su madre no pensaba en otra cosa que no fuera dinero- bueno ya vete a tu habitación, por que tengo una reunión adiós.
-¿Se lo vas a enseñar a papi?
-No lo creo esta horrible y sabes que a tu padre no le gustan estas cosas- decía sin saber que estaba hiriendo los sentimientos de su hija- vete ya, que me tengo que arreglar
-Adiós mami- estaba muy triste
-Espera- la niña volteaba con una gran sonrisa- ¿qué quieres? Le estoy hablando ala mucama- la miraba con despreció
-Buenas noches- dijo pero sin contestación alguna y se metió a su habitación con lágrimas en los ojos, su nana la había visto e iba detrás de ella pero se detuvo un momento al escuchar la voz de la reina.
-Tira esto a la basura- le decía a la mucama, mirando con deprecio el dibujo, después de eso se dio media vuelta y se dirigió hacia la su habitación.
-Oye, Matilde ven por favor- Lilia la llamaba- dame el dibujo, yo lo guardare.
-Es muy hermoso no se como se atreve a tirarlo- decía tristemente
-Si es muy lindo, y de verdad yo tampoco entiendo por que lo quiere tirar
-Ya me voy tengo que servir el café, adiós- se retiraba del lugar

La nana se guardo el dibujo para que la princesa no se enterara, se dio media vuelta para meterse al habitación y vio a una niña sentada a lado de la puerta llorando.
-¿Por qué nana, por qué lo hizo?- le dijo viéndola tristemente
-Escuchaste... ¿escuchaste todo?- se había quedado pasmada
-¿Por qué mi mami quiere tirar mi dibujo?- no entendía- ¿por qué me dijo que estaba horrible?
-Lo siento mi niña, lo siento- se agacho para abrazarla y empezó a llorar con ella.
-No volveré a hacer dibujos para mis papis, solo para ti nana
-Mi niña, ven- se levantaba con ella- olvidemos esto te leeré un cuento para que te duermas, ¿cuál quieres?
-El de Cenicienta, es mi cuento favorito
-Había una vez.....
-Sigue nana, sigue- la niña la veía abriendo los ojos muy grandes
-.... Y vivieron felices para siempre- la niña ya estaba dormida, parecía un ángel

Pasaron los años y como la princesa lo había prometido no volvió hacer dibujos para sus padres, pero a ellos no les importaba seguían sin hacerle caso, pero ella había encontrado algo en que distraerse, se sentaba como siempre en su sofá viendo por la ventana el gran jardín y un cuaderno en la mano. Pero no hacía dibujos tontos, ahora escribía historias, canciones y tocaba la guitarra, le encantaba la música.


-Estrella, despierta- la movía su nana
-¿Qué pasa Lila?- contestaba adormilada
-Feliz cumpleaños princesa- a la nana se le salían algunas canas de su negro cabello
-Gracias Lila, muchísimas gracias- la chica estaba muy feliz, ella también ya estaba mas grande, era mas alta pero su cara no había cambiado mucho.
-Ya estas viejita 18 años ya es mucho- bromeaba Lila
-Nana- la chica reía con ella
-Tus padres me dejaron esta tarjeta- la nana le estiraba la mano sosteniendo un sobre blanco
-¿Otra vez no van a estar en mi cumpleaños?- preguntó con sarcasmo
-Ya sabes que están muy ocupados
-Ya se que están muy ocupados para mi, desde que yo recuerdo nunca han estado conmigo en mi cumpleaños.
-Mi niña, olvidemos eso, vamos a ver los regalos que te dieron, todo están en el salón de baile
-Vamos Lila- dijo tristemente y salieron de la habitación

El salón era un lugar enorme, colgaban candelabros de oro y diamantes del techo, las paredes eran de madera y el piso era color plata, ese lugar era hermoso; en el centro del salón había muchos regalos casi todos envueltos de color rosa.

-Señorita aquí están sus regalos, se los mandaron las personas mas ricas y todos los reyes del mundo, así que todos sus regalos van a ser muy hermosos y sobretodo muy valiosos- le decía el mayordomo era muy flaco, alto, blanco, calvo, ojos cafés y con una mirada perversa y como sus padres lo único que le importaba era el dinero.
-Gracias, al rato los abriré
-Me temo que no sus padres dijeron que en cuanto despertara, tendría que abrir los regalos y así se hará, así que por favor- le señalaba los regalos
-Esta bien- se dirigió hacia los regalos y se acordó que todos los años anteriores, se despertaba muy temprano para abrir todos los regalos, pero ahora ya no le importaba nada.
-Otra vez están tocando la puerta, voy abrir, majestad siga abriendo los regalos- le hizo una reverencia y se dirigió hacia la puerta.
-Como odio a ese hombre, nana- Estrella abría un regalo muy grande
-Si te comprendo esta tan amargado- termino con una risita
-Si igual que mis padres- rió
-No digas eso, tus padres no están amargados, tienen muchas preocupaciones
-Lo que digas nana- termino de abrir el regalo y era una lámpara de oro y diamantes rosas.
-Solo están fastidiando- el mayordomo había regresado
-¿Quiénes?
-Las personas de fuera, vienen a dejarle regalos, pero como usted va a querer algo de esos pobretones
-¿Qué? Me encantaría recibir esos regalos, quisiera saber que es lo que ellos dan de cumpleaños
-Su majestad no le voy a permitir que salga por esos regalos, sus padres me matarían
-No me importa, por mi muérete- camino hacia la puerta principal
-Majestad no tiene permitido salir y mucho menos hablar con la gente- el mayordomo la había agarrado muy fuertemente del brazo.
-Dije que no me importaba, entendiste Isaac, yo soy la que doy las ordenes no tu- Estrella estaba enfadada
-No los reyes dan las ordenes, así que regrese al salón
-Déjame, déjame- gritaba muy fuerte
-Seguridad, lleven a la princesa a su cuarto y que no salga hasta que lleguen sus padres.

-Es un maldito ¿cómo se atreve?- gritaba la princesa en su cuarto, aventando todas las cosas que veía a su alrededor- ya no aguanto, ojala tuviera una hada madrina como en los cuentos de hadas y mi único deseo seria.... seria- se le salían las lagrimas- ser una persona normal.
-Estrella cálmate- su nana había entrado a la habitación, esquivando todo lo que había en el piso.
-¿Por qué tuve que ser una estúpida princesa?
-Mi niña no te digas así, no eres estúpida
-Claro que si ¿por qué no soy una chica normal?
-Muchos de los que están ahí afuera les gustaría ser como tu
-Pues me encantaría cambiarles mi vida, yo la odio
-Nadie esta a gusto con lo que tiene, así es la vida
-Lila quiero estar sola
-Esta bien, si me necesitas, estaré en mi cuarto

La chica se recostaba en su sofá viendo hacia la ventana, pensaba en su vida, no entendía por que no podía ser como en las películas o en los libros, ella estaba totalmente sola, la única que la apoyaba era su nana, pero ella quería tener amigos de su edad, divertirse, contarse secretos, conocer el amor, pero no tenía nada de eso.
Estrella volteo la mirada hacia el piso de su habitación, estaba todo tirado, si las cosas se habían roto o no a ella no le importaba podía comprarse todo lo que quisiera, pero eso a ella no le hacia feliz.
Se levantó ya que había algo brilloso que le había atraído mucho, paso encima de todo lo que había a su paso, se acerco y se agacho; un portarretratos que tenía en un buró se había roto, vio la foto y estaban su papa, su mama y ella recién nacida, pero eso no era lo que le había atraído, lo que brillaba era lo que estaba encima de la foto, le había gustado un simple vidrio roto, lo agarró y sin pensarlo se lo dirigió hacia su brazo y se corto varias veces. Se quedo pasmada por unos segundos no sabia por que lo había hecho, se quedo mirando su sangre fluir por su brazo; eso la hacia sentirse muy bien, jamás había sentido algo igual, sentía dolor pero a le vez ese dolor la relajaba y la hacia sentirse muy bien.

-Estrella- había entrado a la habitación un señor canoso, alto, ojos azules y piel blanca.
-Papá ¿qué pasa?- la chica no sabía como esconderse las cortadas, así que solo agarró un brazalete muy grueso de plata y se lo puso, eso cubría muy bien lo que se había hecho.
-¿Qué paso aquí?- preguntaba viendo todo tirado en la habitación
-Nada, ¿qué haces aquí?
-Quero que bajes, te tengo una gran sorpresa
-Bueno, al rato bajo
-No, te necesito ahora, así que ven

Bajaron las escaleras, ahí estaba su mamá, Lila e Isaac, nadie dijo ni una sola palabra solo le dieron señales de que saliera del castillo, ella hizo caso abrió la puerta principal y afuera había un automóvil negro, no lo podía creer, era lo mejor que le habían dado en toda su vida, no era por el auto, era por que sabía que si tenía uno podría salir a cualquier lado, por fin se haría su sueño realidad.

-Es un Jaguar del año y nadie en el mundo va a tener uno igual- le decía el rey
-Gracias es el mejor regalo del mundo- corrió a abrazarlos a todos
-Ya tenía pensado dártelo por eso te daban clases de manejo, para que cuando fuera tu cumpleaños ya supieras manejar
-Gracias- recordaba sus clases de manejo, todas sus clases eran particulares y eran dentro del castillo, pero esa clase siempre la estaba maldiciendo ya que no sabía para que le iba servir, si sabía que nunca la iban a dejar salir.
-Puedes subirte- le decía el rey
-Si, ¿puedo dar una vuelta?- preguntaba emocionada
-Claro- la chica no lo podía creer por fin iba a conocer el mundo exterior
-Cada vez que salgas los guardaespaldas que te contratamos van a estar detrás de ti para que no te pase nada malo
-¿Qué? Ya tengo 18 años puedo cuidarme sola- la chica estaba enfadada, pero no quería perder esa gran oportunidad- bueno esta bien, voy por mis cosas y ahorita salgo.

Subió a su habitación agarró una bolsa, su celular, su iPod, sus cosméticos y salió de ahí rápidamente.
-Ellos son tus guardaespaldas Mario y Daniel- le decia el rey
-Hola- decia sin importancia- vamonos ya, se hace tarde
-Con cuidado- decia la nana

La princesa se subio al auto, lo encendió y por primeravez salió del castillo "casi" sola, (pero no les daba mucha importancia a los guardaespaldas que venian en un auto atrás de ella)
ella estaba feliz, todas las personas se le quedaban viendo, el automovil estaba hermoso, paso por un centro comercial, se quedó pensando un momento y se dirigió al estacionamiento, los cutodios la siguieron y se estacionaron a su lado.

-Vamos a entrar- decia muy emocionada- pero por favor no esten muy cerca de mi, no quiero que se den cuanta de que soy la princesa
-Entendido- contestaron los dos
-Bueno caminemos- la princesa estaba un poco nerviosa y entro al centro comercial, no lo podia creer era un lugar hermoso lleno de gente, entraba a todas las tiendas y lo que le gustaba se lo compraba, tenía mucho dinero y no le importaba gastarselo.
Salió de una tienda de libros, se había comprado el de "Entrevista con el Vampiro", lo hojeaba mientras caminaba y de repente lo vio en el suelo.
-Perdón, venia muy distraido, lo siento- decia un chico unos centimetros mas alto que ella, tez blanca, unos ojos verdes muy lindos, bueno al menos uno de ellos el otro no lo podia ver por que lo su cubria el cabello negro.
-N...no importa- decia la princesa impresionada, era un chico muy guapo, pero no entendia por que se vestia tan raro, por que tenía un ojo tapado y por que el ojo descubierto lo tenia delineado de negro.
-Que buen libro, ¿te gustan los vampiros?- decia el chico viendo el libro
-Si mucho y ¿a ti?- la ojiazul estaba muy nerviosa, nunca había platicado con ningun chico
-Si me encantan, por cierto me llamo Jared- se presentaba el chico, pero la princesa se quedo callada -¿Tu como te llamas?
-Ah lo siento, me llamo Estrella
-Wow que lindo nombre, ¿ quieres tomar un cafe?
-Claro, vamos- avanzo a lado del ojiverde y detrás de ellos, sin que el chico se diera cuenta los seguian los custodios.

Entraron a la cafeteria, era un lugar muy lindo, todo era de madera y unos cuantos cuadros de cafe y tazas estaban colgados en las paredes, todas las mesas eran altas igual que las sillas y todo era para dos personas, era un lugar muy romantico.
La princesa y el chico solo se quedaban viendo no sabían de que platicar.
-¿Que les voy a traer?- la mesera había roto el silencio
-Un chocolate blanco porfavor- decia el chico, brindandole una sonrisa a Estrella
-Se escucha delicioso, tambien me traes uno, porfavor- la chica ya se lo estaba saboreando
-¿Cuántos años tienes?
-Hoy cumplo 18
-¿Qué? Hoy es tu cumple... Feliz Cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti- el chico estaba cantando, se veia muy gracioso, pero la princesa se estaba divirtiendo como nunca
-Aquí esta su chocolate señorita y tambien de regalo una rebanada de pastel- el gerente se había enterado del cumpleaños de la princesa gracias a la canción de Jared.
-Gracias- estaba muy emocionada, terminaron de comer y beber su chocolate y salieron de ahí

-Me la pase muy bien, que bueno que te conoci- Estrella estaba muy feliz
-Si, a mi tambíen me encanto conocerte, espero chocar contigo mas seguido- reían los dos, el chico la veia sus miradas estaban muy cerca, sus labios estaban a punto de tocarse.... una llamada entraba al celular de la chica, los había interrumpido.
-Lo siento me tengo que ir, ya tengo que llegar a mi casa- la princesa estaba muy triste
-Bueno, espero vernos pronto, cuidate- le había dado un beso en la mejilla- adios
-Si, adios- se dio la media vuelta y empezo a caminar

-Estrella espera- el chico corria tras de ella- ¿me das el número de tu celular?
-Claro- estaba mas que emocionada, los dos ya tenían sus numeros y se habian despedido, camino hacia su coche y aun la seguían los guardaespaldas, pero ella ni se acordaba de ellos, subio a su coche- Nunca había tenido un cumpleaños así, ha sido mi mejor cumpleaños- la chica estaba muy feliz, porfin había sentido algo lindo en su corazón y en su estomago- ¿Esto será amor?

BlOdDy RoSeS


“PREFACIO”

Esos malditos ojos azules seguían en mi cabeza, yo no puedo pensar en el simplemente no puedo, no puedo enamorarme de alguien así, de una criatura tan horrible y tan poco insignificante.

Simplemente no puedo pensar en eso, es muy confuso, se supone que yo no tengo corazón, no tengo sentimientos, y entonces qué es esto que siento en el estomago, que es esto que hace que mi cabeza de vueltas, que es este terrible dolor que tengo en el pecho.

Porque me pasa esto a mi yo estaba tan feliz y tuvo que llegar el ha arruinarlo todo.
Es como morir de nuevo, aunque casi no lo recuerdo, creo que es el mismo dolor, quisiera tan solo morir, olvidarlo todo y ya no sentir todo esto que siento pero eso es imposible, no puedo morir, yo nunca moriré, viviré eternamente y eso nadie me lo puede quitar.



CAPITULO 1
“EL COMIENZO”


No recuerdo bien como empezó todo, yo era una niña que vivía con sus padres, era hija única así que me consentían mucho, todos eran muy buenos conmigo ya que yo era una niña muy linda con unos hermosos ojos verdes, cabello rubio y chino, todos me querían por eso, por ser una niña hermosa.

Cumplí 18 años, no cambie mucho solo un poco mis facciones de niña a mujer, era más alta y claro también mi cuerpo cambio, era muy delgada aunque mis curvas estaban bien formadas, todos los chicos de la escuela querían andar conmigo, yo era la más popular. Pero odiaba muchísimo eso, todos los chicos detrás de mí, las chicas a mi lado queriendo ser mis amigas ¿por qué nunca se dieron cuenta de lo que tenía en mi interior? Solo me querían por lo de fuera y eso me molestaba mucho.

-Hola Cynthia- una chica morena gritaba mi nombre
-Hola Mariana- me molestaba tanto su voz y su insistencia, igual que toda la escuela, siempre querían hablar conmigo, como si fuera yo la gran cosa y no lo soy
-¿Vas a venir a la pijamada de hoy verdad?- desde hace cómo un mes antes me preguntaba todos los días eso, ya me había hartado tenía tantas ganas de darle una cachetada para que reaccionara
-Claro- solo iba a ir para que dejara de molestarme
-¡Qué bien! Todas las chicas me van a envidiar- decía con una gran sonrisa malévola
-Bueno nos vemos en tu casa a las 8- me aleje de ahí y se quedo hablando sola, como odiaba a esas personas, lo único que querían es que les tuvieran envidia de cosas inútiles, y no se daban cuenta de lo que realmente tenían

Ese día en la noche llegue a su casa a la hora indicada, ahí había como 10 chicas, cuando entre a su cuarto, todas se abalanzaron sobre mí, preguntándome muchas de cosas como si fuera una actriz y ellas paparazis, como odio esto, como me hostiga la gente, odio a la humanidad, todos son iguales solo les importa el dinero y las cosas de fuera, pero nunca se preocupan por los sentimientos de las personas.

-¿Qué chico te gusta de la escuela?- jugábamos verdad o reto
-Ninguno, todos son unos mujeriegos que se solo quieren sexo- recordaba la vez que me había enamorado de un chico, lo amaba con todo mi corazón, pero él lo único que quería era acostarse conmigo y desde ese día no deje que mi corazón volviera a sentir nada, por nadie.
-Nosotras creíamos que te gustaba Gerardo- al decir este nombre todas suspiraron, como podían amarlo, si, era el chico más popular de la escuela, pero era el mismo que me había roto el corazón, cuanto lo odiaba.
-No mencionen a ese bastardo- todas me miraban perplejas- voy al baño

Salí de ahí, ya no quería escuchar mas sus absurdas preguntas, no sabía dónde estaba el baño así que di vueltas por todos lados, la casa era muy grande así que me perdí y llegue a una terraza, salí y me recargue en el barandal, subí la mirada, el cielo estaba hermoso, despejado con ese color negro y morado, las lindas estrellas brillantes y la hermosa luna redonda que alumbraba más que las pocas luces que había ahí, amaba la noche, creo que era lo único que yo podía amar.

Me quede hipnotizada con la noche, hasta que sentí una mirada, en la ventana de la casa de enfrente, un chico me miraba por la ventana, sus ojos dorados me miraban profundamente, no separaba la vista de mi, era tan pálido como el color de la luna, se le veían un poco de ojeras pero a pesar de eso el era hermoso, no nos quitamos la mirada, nunca había visto a un chico tan guapo.

-Cynthia, Cynthia- se escuchaban unos gritos solo así fue que quite la mirada de el
-Aquí estoy- grite, volví a voltear a la casa de enfrente y ya no había nadie en la ventana
-¿Qué paso? ¿Por qué estás aquí?- me daba un abrazo
-Me perdí- fue lo único que pude contestar, seguía hipnotizada
-Bueno, vente solo vemos una película y nos vamos a dormir- nos dirigimos a su cuarto

En toda la película no me concentre, era de terror y ni miedo me dio por que no estaba atenta, seguía pensando en su mirada, es su rostro perfecto, en lo hermoso que era.

Nos fuimos a dormir y soñé con él, con ese ser perfecto que me había mirado, yo caminaba lentamente por toda la casa, el mismo recorrido que había dado cuando estaba despierta, volví a esa terraza, pero ahora no miraba al cielo, miraba hacia esa ventana para saber si estaba ahí ese ser hermoso. Apareció de repente a lado de mi, me miro igual con sus ojos dorados profundos, me tenia hipnotizada, no podía moverme, el se acerco poco a poco a mi cuello, quito mi largo cabello de ahí, y sentí sus labios helados que tocaban mi piel, pero de repente sentí un dolor muy fuerte en esa piel que el besaba, sentí que algo cálido escurría por mi pecho, se escuchaban muchos gritos, el chico desapareció rápidamente, voltee a ver mi pijama, la blusa estaba llena de sangre y me desmaye.

-¿Cómo sigue? ¿Se va a recuperar?- una voz lejana se escuchaba
-Se va a recuperar, solo necesitaba un poco de sangre- decía otra voz
-Gracias doctor por venir- las voces se escuchaban cada vez más cercanas
-Solo tiene que descansar y avísenle a sus padres por favor- abrí los ojos
-¿Qué me paso?- estaba confundida
-Estabas en la terraza tirada, no supimos como llegaste ahí, ni por qué estas herida, nadie se dio cuenta de nada- todas la chicas me veían asustadas
-¿Qué?- ahora si estaba más confundida-¿Cómo llegue ahí? ¿Estoy herida?
-Es lo mismo que queremos saber, perdiste mucha sangre- señalaba mi cuello

Me agarre mi cuello, me dolía, todo era muy raro, como si mi sueño nunca hubiera sido eso, como si todo hubiera sido real, trataba de recordar, de encontrar una razón lógica para saber lo que en verdad me había pasado, pero nunca la encontré, el único recuerdo que tenía era ese sueño.

Me llevaron a mi casa, mis padres estaban asustados, pero el doctor los tranquilizo, ya que no me había pasado nada grave, solo necesitaba descansar. Todo me daba vueltas, mis pensamientos iban de aquí para allá todavía no descubría la razón de mi herida, ni mi llegada hasta la terraza.

Todas la noches soñaba con ese chico hermoso, soñaba que me iba a visitar a mi habitación, que me miraba todo el tiempo, hasta cuando estaba despierta sentía su mirada, pero sabía que eso no podía ser verdad.

-Oye Mariana ¿cómo se llama tu vecino?- seguía con la duda tal vez me había enamorado de ese chico
-¿Cuál de todos?- pensaba
-El que vive enfrente de tu casa- recordaba esos ojos
-Nadie vive en esa casa, esta vacía desde hace algunos años- me miraba
-¿Qué? Es que yo vi a alguien ahí- no lo podía creer
-No de verdad no vive nadie, lo siento- nos metimos al salón

No podía creerlo, me estaba volviendo loca, no podía ser verdad, yo vi a ese chico, sentí su mirada, o estaba imaginando, tanto necesitaba a un hombre que me lo imaginaba a él, tenía que estar loca, muy loca.
Pasaron los días yo seguía igual con los mismos sueños, sintiendo esa mirada a donde iba, pensando en que había pasado en ese día tan misterioso, pero se venían más dudas a mi cabeza, tantos pensamientos, sentía que mi cabeza ya no iba aguantar y en cualquier momento explotaría.

Caminaba por la oscuridad, tenía que despejar mi mente, seguía sintiendo esa mirada pero sabía que solo era producto de mi imaginación y tal vez de mi corazón, por la necesidad de tener a un chico a mi lado. Llegue al parque y me senté, amaba la naturaleza y la oscuridad, me senté en una banca para poder disfrutar mejor el paisaje, estaba viendo las estrellas.

-Hola- me sobresalte, no lo había escuchado
-Ho…la- no lo podía creer, no era mi imaginación el si existía
-Me recuerdas, verdad- tenía una voz hermosa
-Si- asentí con la cabeza
-Pues ahora nunca me vas a olvidar- sus ojos cambiaron de color, se hicieron rojos
-¿Qué?- todo era muy extraño

Se acerco rápidamente a mi cuello, otra vez sentía ese intenso dolor, ahora estaba segura de que no había sido un sueño todo era realidad, no estaba loca ¿o sí? Tal vez otra vez estaba imaginándome todo.
Cada vez me sentía más débil, ya estaba tirada en el piso, no podía mas, no resistía tanto dolor, ni tanta sangre fuera de mi cuerpo, estaba agonizando, y el chico se separo de mí, me veía intensamente, quería levantarme y salir corriendo de ahí, pero no podía mover ni un dedo. Se alejo de mí, pero de inmediato regreso.
-No mereces morir- me veía tirada- Tienes una mente… que me gusta, te dejare vivir, vivir eternamente
-¿Qué?- mi voz casi sonaba, no entendía las ultimas palabras.

Se volvió acercar a mí, me dirigió otra mirada, se corto la muñeca, cayeron unas gotas de sangre al piso y empezaron a llegar a mi boca, que delicioso sabor tenia, bebí, seguí bebiendo, me aferre a su mano, no quería dejar de sentir ese sabor tan agradable, el gemía también se estaba quedando si sangre, me empujo muy fuerte, para que yo dejara de beber.

Sentí el dolor más horrible en toda mi vida, sentía que todo el cuerpo me quemaba y a la vez sentía todo tan frio, me retorcía no aguantaba, sentía que estaba muriendo, y si, era lo que estaba pasando, mi cuerpo se estaba muriendo lentamente, de repente todo termino, creí estar muerta.
-Levántate- me daba la mano yo también se la di- por cierto mi nombre es Daniel
-Yo me llamo Cynthia- pero no podía verlo a el

Era hermoso lo que veía, si amaba la naturaleza, el cielo, los sonidos, ahora mas todo se veía diferente, todo era precioso, escuchaba más alto los sonidos de la noche, pero ¿esto era real?, no lo sabía, pero en ese momento no me importaba, si era real o no simplemente sabía que era lo mejor del mundo, si era un sueño, no quería volver a despertar.

-¿Estoy soñando?- al fin pude hablar después de algunos minutos
-No- el chico movía su cabeza con una sonrisa en su rostro
-¿Entonces… qué es esto? ¿Qué me paso?- estaba confundida, pero casi no me importaba ya que seguía admirando todas las cosas bellas que escuchaba y miraba.
-Eres un vampiro- al decir esa palabra me dio escalofríos
-¿Qué? ¿Cómo? No lo entiendo- como podía ser algo así, esas cosas no existen debería estar bromeando
-Yo soy un vampiro y tú también- lo decía viéndome con esos ojos dorados
-Vam… piro- seguía sin entender
-Sí, ahora solo beberás sangre de humanos, los mataras y vivirás eternamente- me enseñaba sus blancos colmillos
-¿Matare a las personas?- yo no era capaz de eso
-Si beberás hasta que mueran- sus ojos se encendían otra vez, se volvían rojos- ¿No te gusto el sabor de la sangre?
-No puedo matar gente- no me lo imaginaba, pero la sangre era deliciosa
-Entonces que ¿te gusto la sangre?- volvía a preguntar
-Si- decía en voz baja, no quería admitirlo
-Entonces ahí está tu primera víctima- me señalaba un chico que caminaba cerca del parque

Voltee a ver al chico, yo lo conocía, era el bastardo que me había roto el corazón, le tenía tanto odio, que me dirigí rápidamente hacia a él. Pero el vampiro me detuvo.
-¿Lo conoces?- pregunto Daniel
-Sí, ese maldito, lo odio- solo quería ir y matarlo
-Bueno, eso está muy bien, el es tu primera víctima- veía a Gerardo
-Me vengare- me dirigía hacia él, pero el vampiro se puso enfrente de mi
-No tan rápido- me dijo- si lo haces rápido no disfrutaras tu venganza, tienes que hacerlo lentamente, tienes que jugar con los humanos, son tan torpes.

Camine hacia Gerardo, era un chico con cabello castaño, moreno, ojos que si pudieran serian negros, me acerque mucho a él, olía su sangre, tan solo quería morder su cuello y beberlo todo, hasta que el bastardo muriera, pero no pude, le tenía que hacer caso a Brandon.
-Hola- se sobresalto
-Ah hola, eres tu- ponía sus ojos en blanco
-Sí, soy yo- tenía que empezar el jueguito- ¿Sabes una cosa?
-¿Qué?- contestaba cortante
-Sigo enamorada de ti- estaba tratando de seducirlo- y por lo que querías, cuando quieras te lo daré
-¿De qué hablas?- se ponía nervioso
-Tú sabes de que hablo, pero si no podemos platicarlo en tu casa- me acercaba mucho a él y como sabia como era y que solo él vivía en su casa, tenía que caer en la trampa
-Ya sea de que hablas, pero de todos modos vamos a mi casa- me daba un beso apasionado- además hoy te ves ardiente, y eso me encanta de las chicas
-Claro, entonces vamos a tu casa

El vivía a solo dos cuadras del parque, así que nos fuimos caminando, me besaba, me agarraba de la cintura y a veces un poco más abajo, pero a mí ya no me importaba, ya no sentía nada.
En el camino pude saber que el vampiro nos seguía, escuchaba sus pasos, su respiración y hasta como latía su corazón, aunque eso era muy confuso, ¿cómo nuestro corazón seguía latiendo a pesar de estar muertos?.

Llegamos a su casa, y todavía no estaba la puerta completamente abierta y el ya estaba besándome y tocándome todo lo que podía, yo ya no tenía sentimientos, ya no sentía nada, solo me deje llevar; llegamos a su cama rápidamente yo estaba encima de él, le quite la camisa y empecé a besar su pecho.
-No sé porque no querías hacerlo conmigo- me volvía a besar y trataba de quitarme la blusa- hasta pareces experta, lo haces muy bien
-Es que no me había dado cuenta lo sexy que eras- mentía, yo ya estaba sin blusa
-Te va a encantar- me decía mientras besaba mi cuello y bajaba un poco más
-Yo lo sé- ahora yo era la que besaba su cuello, ya no resistía ese hermoso olor a sangre, así que acerque mis labios a su oído y le dije-la venganza es dulce
-¿Qué?- trataba de empujarme, pero no sé porque razón era más débil que yo
-Morirás- simplemente le contestaba eso

Volví acercar mis labios a su cuello y lo mordí, era tan excitante sentir el delicioso sabor de la sangre, me encantaba, no sé por qué nunca la probé. Gerardo gemía de dolor, cada vez como yo días antes, se debilitaba mas, escuchaba el sonido de su corazón cada vez más lento, bebí hasta la última gota, escuche su ultimo latido, sentí su cuerpo frio, me gustaba mas así.

Me puse mi blusa camine hacia el baño, me asuste, me vi en el espejo, esa ya no era yo, mis ojos ardían se veían rojos, yo era mas pálida de lo normal, tenia ojeras como Brandon, mis venas resaltaban mas, tenía unos colmillos que parecían de depredador, era terrorífica mi imagen, salí corriendo del baño.

Me senté en la sala vacía necesitaba tiempo para pensar en lo que acababa de ver, a pesar de todo lo malo que tenia, me encantaba ser así, podría vengarme de todos, pensaba en eso, cuando fije mis ojos en unas rosas rojas que estaban en un florero, encima de la mesa de centro. Eran mis flores favoritas, agarre una, camine hacia la habitación de Gerardo, vi su tono de piel casi azulado, me acerque y le deje la rosa encima de su pecho.

Salí de la casa y me encontré a Brandon.
-Qué bueno que te deje viva- me veía de arriba abajo- tienes una mente hermosa y malévola, me encantas
-Gracias- me apenaba

MeNtEs PeRtuRbAdAs 1


CAPITULO 1
"MI VIDA"


Mi historia comienza desde que tenía 19 años, mis padres me dejaron viviendo sola en una casa, era muy grande para mi, todo el tiempo me la pasaba en el estudio, en la computadora, era muy solitaria y es por eso que no tenía amigos, solo sonrisas hipócritas y unos oídos sordos, ya que siempre que les contaba mis mas íntimos secretos, nunca me escuchaban, estaba sola, siempre estuve sola, pero aun así yo era muy feliz sin nadie que molestara, sin nadie que me dijera que hacer.

No se por que mis padres me abandonaron, se fueron a otro país y me dejaron en este maldito país: México un país donde no hay justicia, yo siempre soñé cambiar el mundo y ahora estoy empezando a lograrlo, pero eso no se los puedo contar por ahora, tengo que empezar por el principio, para que entiendan mi vida.

Como dije anteriormente yo tenía 19 años, no me sentía adulta, todavía tenía pensamientos de niña, acababa de entrar a la Universidad, estaba estudiando criminología, tal vez sea algo extraño pero siempre me ha gustado la sangre y todo lo relacionado con el cuerpo humano.

Tenía un novio muy atractivo se llamaba Asael, ojos verdes, cabello rubio, éramos muy felices nos amábamos, bueno eso fue lo que yo creí.
Tenía dos amigas muy especiales para mi, pero yo no tanto para ellas, se llamaban Laura y Monserrat; siempre estábamos juntas, pero a mi solo me hacían caso cuando se les daba la gana, yo solo servía par escucharlas y darles consejos, pero si yo tenía algún problema o solo necesitaba un consejo, me dejaban sola. Yo ya estaba acostumbrada ya que siempre había sido así, solo las usaba para tener un poco de compañía algunas veces, pero como dicen “Mejor sola, que mal acompañada”.

Como todas las mañanas; iba en mi auto escuchando la radio, escuchaba una canción que me gustaba mucho, cuando termino hubo comerciales y dieron algunas noticias, unas de asesinatos, otras de secuestros, asaltantes, violadores, lo de siempre, a pesar de que teníamos nuevo presidente no habían cambiado las cosas, hasta a veces creía que estábamos peor; lo único que le importaba al estúpido presidente era el dinero. Por eso yo había decidido nunca utilizar mi credencial de elector para lo que la habían creado: para votar y elegir a nuestro candidato que mejoraría nuestro país pero sabía que eso nunca pasaría.

Me daba tanto coraje e impotencia escuchar las noticias, así que decidí conectar mi iPod y escuchar canciones que me pudieran alejar de mis malos pensamientos, después de pasar a través de tanto tráfico, finalmente llegue a la Universidad, ahí me encontré a Laura y Monserrat.

-Hola- las salude
-Hola Zamantha- si ese es mi nombre, suena normal, pero no soy muy normal, ustedes lo descubrirán- si vas a ir a lo de hoy- se me había olvidado por completo de que Laura había organizado una fiesta en su casa.
-Si voy a ir ¿es saliendo de la última clase?- le pregunte caminando a lado de mis amigas, hacía mi clase de Derecho.
-Si ¿vas a llevar a tu novio?- me preguntó, pero me lo dijo de una forma muy extraña, no entendía por que me lo preguntaba.
-Creo que si ¿por qué lo preguntas?- estaba muy confundida
-No por nada- al decir esto se dirigieron unas miradas y rieron, después de esto se metieron al salón y se sentaron lejos de mí (siempre hacían eso, creo que les daba pena decir que eran mis amigas).

A pesar de ser rubia, ojos grandes azul turquesa, con buen cuerpo nadie además de Asael, me hacía caso, siempre pensando cosas que no son , siempre rechazando a las personas sin llegar a conocerlas aunque sea un poco, así es la gente, no solo aquí, si no en todo el mundo, por eso es que odio a la humanidad.

Siempre fui muy extraña, por esa razón todos me veían raro y nadie se acercaba ni siquiera para preguntarme algo de la clase, cuando hacíamos trabajos en equipo siempre me tocaba sola, pero eso era lo mejor para mi, así no tenía que compartir calificación, ya que yo era la mejor, no solo de la clase si no de toda la Universidad, yo era la única que tenía promedio de 10, tal vez por eso todos me odiaban.

En mi descanso fui a ver a mi novio entrenar, era capitán del equipo de basquetball de la escuela; me encantaba verlo correr, se veía tan hermoso, su cabello volaba contra el viento, era un chico muy guapo.
-Hola- solo había movido sus labios y me mandaba un beso.
-Hola- lo salude con la mano y seguí admirando su belleza.
-¿Cómo estas, amor?- se sentó en las gradas conmigo después de terminar su entrenamiento y me saludo con un gran beso de amor.
-Muy bien, ¿vas a ir a la fiesta de Laura?- pregunté mientras agarraba su mano
-Claro, ya falta que me divierta un poco- sonreía, su sonrisa me deshacía, sus labios tan carnosos y sus dientes tan blancos.
-Nos vemos al rato, por que voy allegar tarde a Química- también tenía record de nunca faltar y no llegar tarde.
-Tu y tus clases- volvía a sonreír, también le dedique una sonrisa y me fui corriendo a mi otra clase.

Era lo mismo en todas mis clases, yo contestaba todas las preguntas, todos me odiaban y nadie me pelaba, ni mis amigas, pero como dije, yo ya estaba acostumbrada a todas esas cosas.

En la tarde, salí de mi última clase, en el camino hacia mi coche, me encontré a Asael, Monserrat y Laura, la última venía con muchas personas, a todos los que había invitado a la fiesta.
-¿Quién se va con Asael?- preguntaba la organizadora de la fiesta, ya que mi novio, Laura, uno de sus invitados y yo éramos los únicos que teníamos auto así que tenían que dividirse, para que pudiéramos irnos todos a la fiesta.
-Yo- decían en coro muchas chicas, ya que Asael era el más popular de la escuela y todas querían andar con él, al principio me ponía muy celosa, pero el me tranquilizó con sus palabras: “Yo solo tengo ojos para ti”.
-¿Quién se va con Dante?- era el otro chico con auto, otros cuántos respondían “yo” para irse con él.
-¿Con Zamantha?- en ese momento me sentí muy mal, todos se quedaron callados, nadie quería ir conmigo- ya sabemos que es extraña, pero alguien se tiene que ir con ella, no vamos a caber todos en mi auto- se hizo otro silencio, y recordé lo que había dicho Laura, ella también creía que yo era extraña, y siempre me lo había negado me había dicho que era normal como todos, en ese momento quise darme la vuelta y regresar a mi casa, estar sola como siempre, pero tenía que despejarme y me quede ahí parada como zombie- si no eligen yo elegiré quien se va con ella y quien conmigo- pero nadie contestó.
-Yo me voy con ella- Monserrat había roto el silencio
-Esta bien ¿nadie mas?- preguntaba- Liliana, Karla, Julio, Gerardo y Mariana se van con Zamantha, los demás conmigo- estos hacían una mueca de desagrado, pero no se querían perder la fiesta, así que subieron a mi auto.
Monserrat iba en el asiento del copiloto, Julio, Gerardo y Karla, sentados atrás; Liliana y Mariana encima de ellos.
-¿Porqué nos toco con ella?- preguntaba Karla, no les importaba que yo estuviera ahí, parecía un fantasma.
-No lo se, a veces la vida es injusta- decía Gerardo burlándose, yo hacia oídos sordos a todos esos malditos comentarios.
-¿Asael esta ciego?- me preguntó Liliana
-No ¿por qué?- conteste yo, extrañada por la pregunta
-Por que se fijo en ti- todos rieron, hasta Monserrat a la que creía mi amiga

Todo el viaje hacia la fiesta, se la pasaron haciendo bromas de mal gusto y burlándose de mi, pero no me importo, solo escuchaba mi música y se borraba todo lo de mi alrededor, solo estaba en mi mundo; también escuche algunas burlas de las canciones que estaba escuchando, pero no les hice caso y se quedaron callados.

La música que yo escuchaba era muy inusual casi nadie conocía los grupos que me gustaban, escuchaba metal, rock, screamo; eso era buena música para mi, no las canciones repetitivas que ellos escuchaban.

Llegamos a la casa de Laura, yo ya había estado ahí, era una casa muy grande y toda pintada de blanco. Les dije a ellos que se bajaran y no dudaron en hacerlo ya que estaban esperando eso todo el camino, yo fui a estacionar mi auto y por fin descanse de sus idioteces, espere un momento, escuche una canción de metal para tranquilizarme, por que sabía que toda la fiesta me iba a ir igual con sus burlas y sus tonterías, pero a pesar de eso decidí entrar.

Ya todos los invitados estaban sentados en los sillones y sillas de la sala, cuando entre todos se me quedaron viendo como siempre; me senté en una silla que estaba en un rincón y mi novio me acompaño, agarró una silla del otro extremo de la sala y la puso junto a mi, se nos quedaban viendo raro todos los invitados y como los del auto, no podían creer que Asael se había fijado en mí, nosotros no hicimos caso de los comentarios, platicamos un rato, ya que la fiesta todavía estaba aburrida.

Después de un rato, todos estaban bailando, tomando bebidas alcohólicas, besándose, fumando y otros hasta se estaban drogando. A mi no me gustan las adicciones, así que solo me la pase con mi novio bailando y besándolo.
-Zamantha, ven tantito- Monserrat nos había interrumpido, pero no me importo y fui a lado de ella, vi que le hizo una señal a alguien, pero ella me impidió voltear, y me dijo muchas tonterías, ella ya estaba un poco ebria; voltee y mi novio ya no estaba ahí, no se me hizo raro, me quede otro rato platicando con mi amiga, seguía sin ver a Asael, así que decidí buscarlo por toda la casa.

Lo busqué por toda la planta baja y afuera de la casa pero no lo vi, ya todos estaban muy ebrios, ya nadie estaba en sus 5 sentidos, les preguntaba pero nadie me contestaba nada y cuando alguien me contestaba era para burlarse de mí; seguí buscando y decidí ir al segundo piso.
Pase por todas las habitaciones, los baños y en todos lados había parejitas teniendo relaciones sexuales, era muy asqueroso. Una habitación me dio mucha curiosidad, yo ya la conocía ya que había estado ahí haciendo trabajos o yendo a pijamadas, era la habitación de Laura, abrí la puerta cuidadosamente, solo la luz de una lámpara estaba prendida y ahí estaban los dos bastardos teniendo sexo, en ese momento no supe que hacer me quede parada, tenía muchos pensamientos en mi mente; mi primer pensamiento de asesinato, nunca había sentido tanto odio, ellos voltearon a verme Laura se rió y Asael no sabía ni que decir; yo solo puede salir corriendo de ahí.

Agarre mi bolsa de un armario que estaba en la entrada de la casa, y salí corriendo del lugar, no me dirigí a mi auto, solo me fui a caminar, por esas calles oscuras. “Yo solo tengo ojos para ti”, que estúpida fui al creer en esas palabras, como pude creer en él, como pude creer en ellas, por que fueron mis dos idiotas amigas las que habían planeado todo, y yo fui tan ciega al no darme cuenta de que solo Monserrat me había hablado para distraerme y la señal que hizo, era para que Laura pudiera quitarme a mi novio y Asael me había traicionado, no lo podía creer.

-Esto es un asalto, dame tu bolsa- un chico con capucha me decía eso, yo me quedé parada como si no hablara su mismo idioma, yo estaba muy concentrada en mis pensamientos, él saco un cuchillo, lo acercó hacia mi vientre y volvió a repetirme esas palabras que siempre temí escuchar.
El se acercó mas a mí, el filo del cuchillo estaba apunto de traspasar la blusa azul que traía puesta, el miedo corrió por mis venas, agarre lentamente mi bolsa y se la di; se quedó por un momento viéndome; yo seguía sin moverme.
-Eres muy linda, pero no vale la pena que estés viva- fueron sus ultimas palabras, yo solo sentí que algo había atravesado mi estómago, me había acuchillado, me quería quitar la vida, aunque en ese momento no me importaba está, ya que me habían destrozado el corazón las únicas personas que tenía mi lado para no sentirme sola, y las que creí que nunca me iban a traicionar. El cuchillo atravesó mi estómago, me agarre la herida, tenía mucha sangre, me hinque ya no aguantaba ese dolor, después de eso no supe lo que paso, solo me desmaye.

Estuve 2 meses en coma, muchos doctores ya querían desconectarme de esas máquinas que hacían todo lo posible para que yo siguiera viva, ellos querían hacerlo por que al igual que mi asaltante creían que mi vida no valía la pena, ya que nadie había ido a visitarme en esos meses.

Mi vida había cambiado por completo cuando desperté, me sentía extraña, apenas podía moverme, dos meses sin movimiento de todas las partes de mi cuerpo, ya no sentía nada.

-¿Cómo estas?- preguntaba una enfermera que había entrado a mi habitación
-Creo que bien- apenas podía mover mis labios- ¿Cuánto tiempo a pasado?
-2 meses, tuviste suerte, el viernes te daban por muerta- la enfermera me miraba con sus ojos castaños, su cabello negro estaba recogido con un chongo-me llamo Jannet y voy a ser tu enfermera, hasta que te den de alta.
-Mucho gusto- le decía queriendo darle la mano, pero no podía ni levantar un dedo- ¿Cómo me encontraron? ¿Quién les dijo que estaba herida? ¿Qué me hicieron?- yo tenía muchas preguntas y quería que todas me las contestara.
-Alguien pidió una ambulancia, creo que el nombre del chico era Asael- al decir ese nombre se me revolvió el estómago ya que por su culpa yo estaba ahí- él se vino en la ambulancia contigo, estaba muy preocupado, cuando llegaste aquí estabas muy mal, ya habías perdido mucha sangre, ya que el chico había tardado en encontrarte, tu nunca estuviste conciente, hasta hoy- me seguía platicando mientras me revisaba- no encontrábamos tu tipo de sangre, ya que es muy extraño, estabas a punto de morir, y en un hospital cercano nos avisaron que tenían esa sangre que ahora esta en tus venas, te cerraron la herida y es así como sobreviviste, si no se hubieran tardado tanto en conseguirla, no hubieras estado en coma- seguía- nadie te visitó en ese tiempo, solo ese día el chico y otras dos chicas estuvieron esperando fuera del quirófano, pero creo que tenían cosas que hacer y se fueron.
-¿Qué? ¿Asael seguía aquí?- interrumpí a Jannet, con un sonido más fuerte de mi voz, era como un grito pero no tan fuerte, todavía no tenía tanta fortaleza al hablar.
-Si, el chico seguía aquí, ¿qué era de ti?- me preguntaba la morena
-Es un maldito bastardo, el tenía el mismo tipo de sangre que yo, no quería que viviera- unas lágrimas salieron de mis ojos -el era mi novio- le conté todo lo que había pasado esa noche.
-No puedo creerlo, después de que el tuvo la culpa, no quiso darte ni un poco de tu sangre- me dijo después de escuchar mi historia- créeme que si hubiera sabido todo esto y su tipo de sangre, le hubiera sacado la sangre a la fuerza, como me hacen enojar esas personas.
-Si a mi también, espero que se le regrese- tenía tanto odio en mi corazón.
-Dios dirá- hace mucho que yo no creía en nada, ya que mi vida no había sido muy justa, lo único que me hacía feliz: Asael, me había traicionado, lo odiaba tanto, ya no sentía nada por él, ni por nadie.
-¿No me vino a visitar nadie más?- pregunté
-No, lo siento- la enfermera se había puesto triste- hablamos a tus padres pero nos dijeron que no podían venir- siempre había sido igual, les importaban más sus negocios que yo, a pesar de que era hija única, nunca se habían interesado en mi, aprendí a valerme por mi misma- no encontramos ningún otro familiar y Asael y las otras dos chicas no volvieron aparecerse por aquí-a la enfermera la llamaron y salió de la habitación.

Me quedé un rato recordando en todo lo que había pasado, me ponía muy mal, sentía que ya no tenía corazón, solo sentía odio por todos. Pensaba en muchas cosas, ya no eran cosas lindas, antes amaba todo lo que había a mi alrededor, tal vez por que estaba enamorada, pero ahora quería matar a todos y quedarme sola en este maldito mundo, para así ya no sufrir.

-Buenos días- me decía un doctor, ya que había visto que había abierto los ojos -¿cómo dormiste?- me dirigía una sonrisa, era muy joven ojos miel, cabello castaño claro, era muy guapo, pero yo ya no sentía nada.
-Bien- le sonreí
-Veo que vamos mejorando, ya puedes mover mas el cuerpo- revisaba todo mi cuerpo- no vas a tener que estar tanto tiempo en rehabilitación.
-¿Cuánto tiempo tengo que seguir aquí?- voltee a una pequeña ventana que estaba en mi habitación, hace mucho que no veía el cielo, ese hermoso cielo azul que tanto me gustaba antes y que ahora ya no me importaba.
-Depende de ti, de que vayas a tus rehabilitaciones, dejes que te hagan algunos exámenes y vayas a tus consultas con la psicóloga- era muy amable.
-¿Qué? ¿Por qué tengo que ir con la psicóloga? No estoy loca- me alteraba mucho estar en esa situación.
-Cálmate- el doctor se había puesto muy nervioso, ya que yo me movía, aunque con mucha dificultad, de un lado a otro, era como un ataque -solo es para que, puedas seguir tu vida normal después de todo lo que te ha pasado- agarraba mi cabeza y me la acariciaba, para tranquilizarme, y así fue, me relaje poco a poco y me quedé dormida.


-Hola ¿cómo has estado mi amor?- era una voz muy conocida, creía que eran mis sueños, no quería volver a escuchar esas palabras y menos saliendo de esa persona, así que abrí los ojos, y que estúpida fui, ya que no eran mis sueños, lo primero que vi, fue esos hermosos ojos verdes que ahora tanto odiaba.
-¿Qué quieres aquí? Salte de mi maldita habitación- le dije, haciendo un esfuerzo nulo por levantarme.
-Vine a ver como esta el amor de mi vida- no sabia si se estaba burlando o me lo decía en verdad ya que el solo me mostraba esa sonrisa que tanto me derretía.
-Vete, no soy el amor de tu vida, por ti, estoy aquí, salte, vete lejos y no vuelvas nunca más- gritaba
-No te voy a dejar, vas a estar a mi lado siempre- nunca había visto esa mirada, era de odio, se levantó, cerró la puerta de la habitación con seguro- vas a ser mía- se acercó y me besó, yo no podía moverme.

Nunca me imagine que haría eso, me quitó todas las cobijas, yo recuerdo haber gritado, el me dio una cachetada para que me callará, yo lloraba y gritaba aun mas fuerte, estaba quitándome la ropa, y yo sin poderme mover, grité, agarró un trapo y me lo metió a la boca para que no hiciera ruido, después de tanto lucharme rendí y me violo. Era un estúpido, lo odiaba aun más, no se como pudo haber hecho eso, nunca ni siquiera me había tocado con morbo, nunca habíamos hablado de tener relaciones sexuales, el no era un pervertido, bueno yo pensaba tantas cosas hermosas de él que puede que me hayan cegado de todo eso.

-¿Te gustó?- me preguntó después de haber terminado, yo seguía con el trapo en la boca, desnuda y con lágrimas en los ojos- me entere de que ya estabas bien y quise venir a felicitarte y darte la bienvenida- se reía malévolamente- nunca lo había visto igual- el doctor me dijo que por ahora no podías moverte, tal vez si pudieras moverte me lo hubieras hecho mejor, de verdad lo haces mejor que Laura y la zorra de Monserrat- me tocaba las piernas- tu doctor es muy amable, platicó conmigo creyendo que yo era tu novio, así es como me dejó entrar- se vestía- te voy a seguir visitando, además Laura esta de acuerdo con lo que te hice, quería que sufrieras un poco mas, por que no sabias que ella y yo ya vivimos juntos en su casa- admiraba mi cuerpo y tocaba mi cabello, solo pensaba en matarlo- somos muy felices juntos, mas que tu y yo cuando éramos novios, tenemos relaciones todos los días- sonreía, pero no era sonrisa que me derretía era una sonrisa macabra- aunque luego viene tu amiga Monserrat a visitarla y esta de zorra conmigo, así que termino entre sus piernas- sonreía -prometo visitarte más seguido- terminaba de decir eso con una carcajada, yo estaba muy asustada y mi lágrimas seguían saliendo- bueno tengo que ir a tener sexo con otra, cuídate y nos vemos pronto- me tapaba otra vez con las cobijas, me había quitado el trapo de la boca y me había dado un beso.

Me sentía muy mal, me dolía todo, me dolía el alma, tenía mucho coraje y odio dentro, no sabía que hacer, no podía hacer nada, solo resistir, no morir, recuperarme y empezar mi venganza.

-¿Te divertiste?- entraba el doctor con una sonrisa- cuando me entere que era tu novio enseguida lo deje pasar, me dijo que estaba de viaje y que por eso no había podido visitarte- también lo odie, aunque sabia que el no tenía la culpa de nada, solo quería ayudarme- me cayo muy bien.

Solo mire al doctor, no quería que se enterara de nada de lo que había pasado, no quería que nadie se enterara, me sentía sucia, no podía resistir ninguno de sus sermones, o que no me creyeran y mucho menos que me dijeran que lo demandara, ya que solo lo hubieran metido 2 o 3 días a la cárcel lo hubieran sacado y me volvía hacer lo mismo, así se hacia la justicia en este país.

Después de estar unos meses en rehabilitación, ya podía moverme mejor, solo pensaba en mi venganza y así es como mejore mucho, pensando en lo mucho que odiaba a Asael, tenía que hacerlo sufrir, moverme bien para así lograrlo, así que le eche todas las ganas del mundo

Los doctores pensaban que yo era un milagro, pero lo que ellos no sabían es que yo era una maldición.

Iba a mis terapias con la psicóloga, me ayudo en mucho pero yo seguía sin contarle a ella ni a nadie de sus violaciones de Asael, ya que el cada que podía o que quería me iba a visitar, cada que iba le iba peor por que ya me podía defender mas, la última vez que fue tuvo que amarrarme con unas sogas que traía, el ya estaba preparado par cualquier cosa, y cada día yo lo odiaba más y quería hacerle todo y mas daño de el que el me había hecho.

Tantos meses en el hospital ya me había acostumbrado.
-¿Cómo sigues Milagro?- el doctor me decía así, por todo lo que me había pasado y todo lo que había resistido, a todos nos daba mucha risa ese apodo.
-Muy bien, gracias doctor- a pesar de todo yo les había tomado mucho cariño a todos los del hospital.
-Te vamos a extrañar mucho, espero que tengas tiempo para visitarnos- ahora hablaba Jannet con lágrimas en los ojos- pero que no sea por que estés enferma, solo ven a vernos, queremos seguir viendo tu recuperación.
-Te queremos mucho Milagro- muchos doctores gritaban en coro, mi habitación parecía un salón de fiestas, estaba adornada con globos, serpentinas, confeti; me habían llevado muchos regalos y hasta pastel, parecía mi cumpleaños en vez de mi despedida; ellos eran los amigos que nunca tuve.

Después de tanta fiesta, tome un Taxi y regresé a mi casa, la extrañaba, extrañaba mis libros, mi computadora, me sentí muy rara al estar ahí, otra vez estaba sola, pero sabría que me iba a ir mejor, a pesar de que sabía que también Asael me iba a ir a buscar ahí para hacerme lo de siempre, pero ahora yo iba a estar preparada.

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