jueves, 1 de octubre de 2009

MeNtez PerTuRBaDaz 2


CAPITULO 2
“ENCUENTROS”

Las semanas pasaron, decidí teñirme mi cabello de negro porque ya no quería ser yo, quería ser diferente, necesitaba ser otra persona para poder olvidarme del dolor que tenía dentro, aunque no cambiaba ni siquiera un poco.

Llegue como todos los jueves a mi terapia psicológica. La terapia no me servía; en ningún momento estuve mejor pero de vez en cuando me gustaba hablar con alguien, ya que después del accidente no tenía amigos ni nadie con quien platicar.

La psicóloga era una persona muy amable y linda, se llamaba Verónica, su mirada me relajaba, los consejos que me daban me gustaban, aunque nunca los use, si yo pudiera sentir algo en mi corazón, ella hubiera sido una amiga muy querida.

-Hola Zamantha, siéntate- su mirada castaña miraba la puerta por la que yo había entrado
-Hola Verónica- entre y me senté en el diván
-Espero que el sábado puedas venir, voy a dar una terapia grupal, y me gustaría que contaras tu historia y que supieras la de los demás- me miro fijamente, yo no sabia que aspecto tenía mi rostro pero ella se sorprendió- ¿Quieres contarme algo mas que no me hayas dicho?
-No- mentí, nadie tenía que saber lo ocurrido con Asael- Prometo ir
-Entonces el sábado nos vemos a las nueve de la mañana

Mis días ahora eran muy aburridos, todo tan rutinario nada cambiaba, de la casa a la escuela y viceversa, nada bueno pasaba en mi vida, y así con esa vida tan aburrida llego el sábado de la terapia en grupo; en verdad yo no quería ir, desde el asalto ya no pude confiar en nadie más, mi vida era yo y mi mente, pero tenia que hacer algo que no fuera tan rutinario, quería cambiar mi vida así que ese día decidí ir.

-Buenos días- entre a un estancia muy amplia, pude contar 8 chicos sentados en el piso formando un circulo, algunos hablaban otros se solo miraban, mientras la psicóloga escribía algo en el pizarrón que estaba en el fondo del salón.
-Buenos días- todos me contestaron en coro con una amplia sonrisa
-Hola, ¿cómo te llamas?- me pregunto una chica morena
-Me llamo Zamantha- le conteste después de unos segundos, ya que tanto tiempo sin socializar con alguien nuevo, me costaba mucho trabajo confiar en la gente
-Yo soy Elena, mucho gusto- me dio la mano, con el mismo miedo que mi respuesta le di la mano

-Estamos aquí para que conozcan más gente y que entre todos nos podamos ayudar, así que primero…- decía la psicóloga pero alguien la interrumpió
-Perdón, buenos días- un chico abrió la puerta, sus ojos eran verdes, su cabello negro lacio un poco largo, era blanco como la nieve, yo tenía la boca abierta, nunca había visto a un chico tan guapo, sentí algo raro en mi corazón algo que nunca había sentido en mi vida pero ese sentimiento tenía que acabarse, no podía dejar siquiera que ese sentimiento empezara, ya que no quería volver a sufrir.
-Pasa, siéntate con nosotros- Verónica le brindo una sonrisa, y se volvió a dirigir a nosotros- bueno lo primero que tenemos que hacer es presentarnos, Elena comenzamos contigo.
-Soy Elena, tengo 18 años y estoy aquí porque estoy loca- todos empezamos a reír con su comentario, era una chica muy amigable
-Me llamo Marco, tengo 20 años, estoy soltero por si alguna chica se quiere apuntar- era un chico alto blanco y muy flaco, tenia ojos cafés claros casi llegando a miel, su mirada no era dulce era como pervertida, desvestía a las chicas con su mirada.
-Yo soy Lilia, tengo 23 años, no quiero hacer amigos, porque claro hasta ahorita no he visto alguno que sea de mi catego- era una chica muy presumida, la odie desde el primer momento en que la vi.
-Mi nombre es Josafath, tengo 21 años, estoy aquí porque me cuesta mucho confiar en la gente, y quiero cambiar eso, por eso mismo llegue tarde, tenía miedo de venir, lo pensé mucho y estoy aquí, espero que todo salga bien- nuestras miradas se cruzaron, y deje de pensar, de escuchar, solo veía sus ojos, era algo tan…
-Zamantha, Zamantha- escuche voces muy lejanas, decían mi nombre pero yo solo podía escuchar la voz del ojiverde, pensar en su mirada y saber que había una persona que pensaba igual que yo, desde ese momento me di cuenta de que él y yo éramos muy iguales, éramos diferentes a todas las personas, pero él y yo pensábamos igual.
-Zamantha te toca presentarte- hasta ese momento deje de pensar en él
-Bueno este yo soy… - nunca me había dado tanta pena, con esos ojos verdes mirándome fijamente no podía concentrarme, hasta mi nombre se me había olvidado- me llamo… Zamantha, tengo 20 años, estoy aquí porque quiero cambiar mi vida, ya no quiero que sea tan rutinaria.

Era lo único que se me había ocurrido decir, todos me miraban raro, porque se daban cuenta de que yo era muy extraña pero no me importaba lo que dijera la gente de mi, y menos ahora que lo único que me importaban eran esos ojos verdes, no eso no me importaba para nada, solo venia a este lugar para distraerme no para pensar en chicos.

-Yo soy Julio, y pues quiero conocer más gente y que nadie me vea mal- era un chico muy afeminado, yo siempre he apoyado a los gays por que son gente igual que todos, tienen gustos diferentes pero quien no, nadie en el mundo tiene los mismos pensamientos.
-Me llamo Daniel, a mi me gustan los autos son mi pasión, me gustan las fiestas, los amigos y estoy aquí para tener más amigos- sus ojos azules eran muy lindos pero su cara no quedaba con esos lindos ojos, además de que tenía una cara de maniático.
-Hola yo soy Mariana, me encanta el color rosa- de hecho se notaba mucho, ya que todo lo que traía lo combinaba con distintos tonos de rosa- odio el color negro- me miro de arriba abajo y puso cara de asco, siempre era lo mismo juzgaban a la gente sin conocerla.
-Soy Alejandro, me pueden llamar Alex, amo la música, mas el rock, pero pienso que toda la música es buena porque dice realmente lo que las personas sienten- se vestía muy bien ese chico, pantalones entubados, una playera negra con letras rojas y un cabello muy despeinado- tengo una banda de rock, toco la guitarra y me gusta escribir canciones, así me desahogo y puedo expresar mis sentimientos.
- Yo me llamo Lorena, algunos me dicen Lorenza- todos reíamos junto con ella- es que a veces soy muy rara, pero me gusta como soy, me gusta mucho leer y creo que es lo único que hago bien.

-Gracias a todos por venir, espero que les guste este pequeño grupo que hicimos, y como ya lo dije es para conocer más gente y apoyarnos unos a otros, todos tenemos diferentes problemas pero podemos salir adelante juntos, también nos vamos a divertir realizando diferentes tipos de actividades, así que pónganse cómodos y bienvenidos- todos aplaudimos después de que Verónica hablo, todos estaban muy contentos, pero yo solo quería salir corriendo.

No me gustaba la gente, odiaba a la gente y yo sabía que ellos no me podían ayudar en mis problemas mentales y menos ese chico de ojos verdes, que empecé a odiar desde que sentí algo en mi corazón, no quería sentir nada solo quería estar vacía.

La semana paso muy rápido, nos conocimos mucho éramos como un grupo de amigos, bueno era lo que ellos decían, pero yo nunca los considere como eso, solo eran conocidos, que a veces me hacían olvidar todo lo malo que había pasado en mi vida y eso me hacía sentir mejor.

Yo trataba de evitar a Josafath, no quería sentir nada igual que ese día que lo vi por primera vez, pero todos mis esfuerzos eran un asco, trataba de no pensar en el, pero todo lo que veía me recordaba a él, cuando dormía, mis sueños eran él, no sabía lo que me estaba pasando pero no me gustaba para nada.

-Hola Zamantha- yo estaba asomada en la ventana del salón pensando en las musarañas y mi corazón se destruyo en pedazos, no él no podía hablarme, no quería que me hablara, quise ser grosera y no contestarle pero al verlo a los ojos, me rendí, su mirada era tan hermosa.
-Hola- le conteste, mi cara me ardía de tanto calor, solo sentí como me cambiaba a color rojo.
-¿Te puedo hacer una pregunta?- ¿qué quería preguntarme?
-Si… dime- solo quería saltar por la ventana
-¿Te caigo mal? ¿Huelo feo? ¿O algo por el estilo?- me ganaba la risa, hace mucho que no reía así
-No- creo que comprendía por qué decía eso, pero de todos modos le pregunte, no quería quedarme con la duda - ¿por qué lo preguntas?
-Que hermosa risa tienes, nunca te había visto sonreír- se me quedaba viendo, su mirada me deshacía y hasta hacia que se me olvidara respirar- es que casi no me hablas, bueno es más, nunca me habías dirigido la palabra.
-Lo siento, a veces no me gusta platicar con la gente soy muy callada, prefiero estar sola, en mi mundo, así nadie me lastima- todo era verdad, no sé porque pero él me daba la confianza de hablar sin rodeos y decir solo la verdad
-Pienso lo mismo yo, mucha gente me ha lastimado, por eso siempre pienso antes de hablarle a alguien, pero es que no sé tú tienes algo… me das mucha confianza, sé que no me vas a defraudar nunca- el no podía pensar lo mismo que yo ¿será que él podía leer mi mente?
-Chicos, necesito decirles algo importante- la psicóloga interrumpía nuestra conversación- el lunes quisiera que fuéramos de campamento, para despejarnos un poco de la ciudad, y de todos los problemas que tenemos, nos iremos una semana ¿Quién está de acuerdo?

Todos levantaban la mano, yo no quería ir pero todos se me quedaban viendo raro, y no quería dar explicaciones por que no quería ir, así que levante la mano, luego pensaría en alguna excusa para no ir, no me gustaba estar con personas extrañas y menos una semana completa.

Era domingo, me despertaron los rayos de sol en mi cara y recordé el día que desperté de coma, no sabía si alegrarme de estar viva o enrístreseme por estar viva por fuera y muerta por dentro, había pensado muchas veces que hubiera estado mejor estar muerta, ya que no servía en este mundo para nada, muchas otras veces trate de suicidarme, pero por alguna razón el destino me quería ver viva, no se para que si solo seguía sufriendo.

Me levante a desayunar, solo comía por necesidad no porque me gustara la comida, solo era una muerta viviente, me odiaba mucho. Estaba pensando en todas las posibilidades de cómo podía morir, cuando algo me distrajo, alguien toco a mi puerta; nunca nadie me visitaba era algo raro, me levante para abrir, pero el terror corrió por mis venas, ya que me llego a la mente la única persona que me visitaba de vez en cuando desde que salí del hospital.

-Ábreme maldita, se que estas ahí- era la voz que no quería escuchar

Mis ojos se llenaron de lágrimas, ya no más dolor por favor, quería desaparecer y con más razón morir, Asael casi tiraba la puerta, no dejaba de golpearla, el miedo no cesaba, corrí lo más lejos que pude de la puerta, y me escondí en un rincón. De repente el silencio invadió el lugar, no se escuchaba nada más que mi respiración y mis latidos agitados, trate de escuchar algo mas, pero no había nada, me calme un poco y me levante iba a dar un paso cuando un sonido ensordecedor cruzo por toda la casa, me quede inmóvil, sabía que él había podido abrir la puerta y había entrado, ya no podía hacer nada, si me escondía sabia que él me iba a encontrar.

-Hola amor- sus ojos de lujuria, hacia que temiera, ya no podía mas, ya no aguantaba lo que me hacía, pero no podía hacer nada para detenerlo.

Se acerco a mí, le di una patada en la espinilla, grito de dolor y corrí lo más rápido que pude hacia las escaleras, pude subir unas cinco escaleras, cuando supe que otra vez venia tras de mí. Yo lloraba, gritaba, estaba desesperada ya no podía mas, ya no quería este miedo y dolor dentro de mi quería morir, solo quería eso, me rendí, estaba cansada de correr, estaba cansada de gritar y por supuesto estaba cansada de vivir.

Asael me alcanzo, yo no hice ningún esfuerzo para defenderme, me amarro en mi cama, me desnudo y como siempre, me volvió a violar, ya no sentía nada, dolor, miedo, sufrimiento, todo se había borrado. Creí estar muerta, porque me sentía en paz, pero no tenía esa suerte solo me había quedado dormida, creo que era lo único que disfrutaba de la vida, dormir, ya que así no podía pensar olvidaba mis problemas, a veces tenia pesadillas, en ellas siempre estaban Asael, mis “amigas” y el asaltante, cuando tenía suerte soñaba con Josafath, no me gustaba mucho pensar en el, pero era mejor que tener pesadillas con las personas que mas odiaba en el mundo.

Después de que me desperté empecé a preparar mi maleta para ir al campamento, prefería ir al bosque, que quedarme en mi casa y que viniera Asael a visitarme, ahí nadie me iba a molestar porque todos eran muy buenos conmigo.

Salí de mi casa, aun estaba oscuro el cielo, pedí un taxi para que me llevara al lugar donde salía el camión, me vi en el retrovisor y note que mis ojos estaban un poco inflamados, había sido de tanto que había llorado en la noche, ojala nadie notara que había llorado, ya que no tenía una excusa para eso y la verdad no tenía ganas de inventar una.

-Hola Zam- era la voz más hermosa que había escuchado
-Hola Josafath- sus ojos me miraban fijamente
-¿Estás bien? ¿Te ves un poco triste?
-Estoy bien solo que no pude dormir bien anoche- mentí, me daba confianza pero no podía decirle a él lo que pasaba con mi ex novio, no quería que sintiera lastima por mi
-Pues ahorita te duermes en mi hombro- los dos reíamos, me sentía muy bien a su lado, pero no quería sentir algo mas por él- ven, te ayudo con tus maletas, tu ve apartando nuestros lugares en el camión
-Está bien, nos vemos arriba

Subí al camión y ya estaban todos ahí, todos platicaban y estaban emocionados por ir al campamento, el camión era muy grande para los pocos que éramos y así estaba mejor, no tenía que estar aguantando platicas de todos, y para estar más lejos de todos, me senté hasta atrás.
-Que bueno que escogiste estos lugares, así podremos dormir a gusto, sin que nadie nos moleste- el ojiverde se reía, como me encantaba su risa tan perfecta-¿Por qué estas en terapia?
-Por que un idiota me asalto y me acuchillo, y pues estuve en coma
-Que feo, pero lo bueno que sobreviviste y estas aquí, si no, no sabes lo solo que me sentiría ahorita
-Gracias y tu ¿Por qué estas en terapia?
-Es un secreto- pude ver que su mirada se entristeció
-Bueno, algún día me lo contaras verdad
-Si… algún día

Después de esa plática nos quedamos dormidos, soñé con él, no recuerdo bien lo que soñé pero solo con soñar con sus ojos, mi corazón y mi mente eran felices y se olvidaban del dolor por completo. Cuando desperté yo estaba recargada en el hombro de Josafath y sin querer mis labios se transformaron en una sonrisa, me sentía bien a su lado, me sentía protegida, me sentía querida, me sentía… viva.

-Chicos despierten, ya llegamos- la voz de la psicóloga nos hacia volver al mundo. Me había vuelto a dormir, lo último que recuerdo fue que vi como dormía el ojiverde y lo seguí viendo pero eran mis sueños

Todos se nos quedaban viendo mientras despertábamos bien, no sé porque pero sospechaba que ellos pensaban que entre Josafath y yo había algo. Bajamos todos del camión, todo era tan hermoso afuera, todo era verde, lleno de árboles, ya me hacía falta estar un rato con la naturaleza, lejos de tanta contaminación ambiental y mental.

Todos caminábamos alejados ya que cada quien se detenía a mirar algo que le llamara la atención.

-Oye ¿ya eres novia de Josafath?- mis sospechas eran reales
-No Elena ¿por qué lo preguntas?
-Es que los veo muy juntitos y la verdad hacen bonita pareja- ojala eso fuera verdad, pero él y yo nunca vamos a poder estar juntos porque él es un dios y yo solo soy una esclava
-Claro que no hacen bonita pareja, Josafath queda mejor conmigo, por que los dos somos guapos y tú… cero que ver con él, eres patética al pensar que puedes andar con él- sus palabras hacían que me enojara cada vez mas
-Yo nunca dije que quería andar con él, y si tu lo quieres pues quédatelo a mi no me interesa- mentira

Lilia me caía tan mal que a veces me daban tantas ganas de golpearla hasta que reaccionara, y por supuesto ahora me caía peor ya que le gustaba Josafath, y él era mío solo mío, no, tenía que dejárselo a ella porque a mí no me tiene que interesar, tenía que olvidarlo. Y el plan que invente en ese momento no era tan malo, era perfecto para olvidar a ese ser que me hacía sentir bien. Mi plan era hacerme amiga de Lilia y ayudarle a que se hiciera novia de Josafath; pero como me iba doler entregárselo a ella, porque me doy cuenta de que en esta oscuridad que tengo dentro de mí, el es mi única luz, mi única salvación.

-¿En qué piensas? ¿Seguro en mi verdad?- la voz de Marco me daba un poco de miedo, se parecía tanto a la de Asael y no en que tuvieran el mismo tono si no porque eran perversas.
-No pienso en nada, adiós- me aleje de él pero su mano me tomo del brazo
-Claro que piensas en mí, en lo rico que sería hacérmelo- me lo decía al oído
-Que asco me das- era verdad, el me recordaba tanto al maldito de mi ex novio
-Dime que es verdad lo que digo- levantaba la voz y me agarraba más fuerte
-Suéltame, me lastimas- estaba forcejeando para que me dejara pero mis esfuerzos eran nulos
-Déjala en paz- de verdad que él era mi salvación
-No la voy a dejar así que lárgate de aquí y déjanos a ella y a mis solos

Josafath tenía la mano en el aire, cuando Verónica se la detuvo
-No quiero peleas aquí, dejen de discutir por favor, aquí venimos a relajarnos, así que por favor dense la mano- y así fue, de mala gana pero tuvieron que hacerlo

-¿Estas bien? ¿No te lastimo?- el ojiverde me veía asustado
-Estoy bien, no paso nada, gracias por defenderme
-De nada, y si ese maldito te vuelve a tocar me avisas, porque no puede tratar así a una mujer

De verdad él era un rey, simplemente era perfecto, pero cuanto me dolía que mi corazón sintiera algo por él, me daba mucho miedo tener ese sentimiento en mi corazón, me daba miedo que me hiriera, ya sufría demasiado con mi vida patética, y él se sumaba a mis problemas.

Llegamos a una cabaña, era hermosa y muy grande, tenia comedor, cocina, sala y pensé que había un cuarto para cada quien y eso me hacía sentir muy bien, así no tenia que meterme en los chismes de las chicas, en las platicas de los chicos o simplemente me libraría de ver al ojiverde, que tanto quería olvidar.

-Chicos por favor acérquense- todos hicimos caso- hice unos papelitos, para saber quién se va a quedar con quien, ya que solo hay seis habitaciones, yo como soy la jefa- reímos- me toca quedarme en una, que es la más pequeña y en las demás se van a quedar de dos en dos

En una bolsa que traía en la mano estaban los papelitos con nuestros nombres, y empezó a sacar uno por uno
-Marco y Daniel
-No se vale, yo quería con la mami de Zamantha- Marco era un pervertido
-Cállate, déjala en paz- mi defensor me hacia feliz
-Cálmense por favor, no hay cambios, se tienen que quedar como yo les diga- Verónica levantaba la voz- ¿entendido?
-Si- contestamos en coro
-Julio y Mariana, Elena y Alejandro- todos se iban con su pareja, Mariana le preguntó algo a la psicóloga y en esa distracción me di cuenta de que solo faltábamos cuatro, estaba muy nerviosa
-Lilia y Lorena- no puede ser, no con el no- y claro Josafath y Zamantha

Por más que me quería alejar de él, el destino estaba en guerra conmigo para que yo estuviera con Josafath y eso no me gustaba para nada.

Me instale en mi habitación, solo había dos camas, eso era suficiente para mi, además no pensaba estar mucho tiempo ahí, quería salir a disfrutar de la naturaleza, me quería relajar y disfrutar esa semana ahí, ya que me sentía en el cielo por que se que cuando me fuera a mi casa, regresaría al infierno.

Ya cuando todos instalamos nuestras cosas, ya era de noche, y todos estábamos cansados, solo cenamos, y cada pareja se fue a su habitación, ya mañana empezaríamos con las actividades.

Me acosté en mi cama, estaba cansada y no tenia sueño y creo que el ojiverde estaba igual que yo, porque solo estaba encima de las cobijas mirando al techo.

-Que mal me cae Marco, es un pervertido ¿no lo crees?- su voz me había asustado ya que estábamos en silencio total
-Si un buen, hasta miedo me da
-Yo te defenderé, de él y de todos los que te quieran hacer sufrir- mi corazón empezó a latir a mil por hora, nunca nadie me había dicho algo así
-¿Te puedo contar un secreto?
-Claro, sabes que yo nunca le diré nada a nadie
-Lo sé, por eso quiero decírtelo, por que sé que puedo confiar en ti, es sobre… bueno la razón por la que estoy en terapia, no le he dicho nada de esto a ninguno de aquí, bueno es mas a nadie en el mundo, la única que sabe es Verónica y bueno tu, que apenas sabrás, pero es que no sé cómo decirlo, no quiero que sientas lastima o te burles de mi, por que se que cuando te lo diga llorare
-Josafath, tu puedes confiar en mí- me senté a su lado y le puse mi mano en el hombro- y no me burlare si lloras, estaré aquí para consolarte
-Muchas gracias Zamantha- me abrazaba- nunca había conocido a una chica como tú, muchas gracias

Cuando me dio ese abrazo casi me deshago, hace mucho que nadie me abrazaba, creo que desde que era pequeña, a lado de ese ojiverde que siempre estaba en mis pensamientos, me sentía muy feliz y protegida, sabía que mientras él estuviera a mi lado, nadie me haría daño, y al igual que él, yo lo defendería con las pocas fuerzas que me quedaban.

-Estoy aquí porque… hace seis meses, tuve un trauma muy grande… estaba en la azotea de mi casa, checando el tinaco, y de repente escuche un ruido muy fuerte adentro de mi casa, y pues me asuste y baje corriendo, escuche la voz de mi papá rogando “Déjala a ella, hazme lo que quieras a mí, pero a ella no la toques por favor”, me acerque a la ventana y vi lo peor, que jamás veré en mi vida, un maldito apuntándole con una pistola a mi mamá, y con una sonrisa de oreja a oreja al escuchar las suplicas y los sollozos de mis padres. Me quede pasmado, mis piernas no respondían, yo quería correr para salvar a mis padres, quería matar con esa pistola al maldito que la agarraba, pero nada respondió- se le salieron las lágrimas, lo abrace fuertemente, como una persona tan hermosa, podía pasar por tal dolor- escuche el primer disparo y vi como mi mamá se desvaneció, mi papá gritó pero casi no se escucho, ya que otro disparo lo había silenciado, fue hasta ese momento que mi cuerpo reacciono, me eche a correr detrás del asaltante, pero ver morir a mis padres me quito todas la fuerzas que tenía y no lo pude alcanzar, regrese hacia donde yacían mis padres, me acosté junto a ellos y me puse a llorar, si el maldito quería robar algo, que lo hiciera en un banco o algo así ¿porqué en mi casa? ¿Porqué a mis padres?- se quedo callado, lloro con más fuerza, yo solo lo abrace más fuerte, yo también tenía lágrimas- después de media hora llego la policía, me hicieron algunas preguntas, les describí al asesino, pero hasta ahorita no lo han encontrado, me siento culpable por que se que pude haber hecho algo por ellos, pero de verdad mi cuerpo no respondió… no respondió
-Yo te creo, te quedaste en shock, no pudiste hacer nada por ellos, además también te hubieran matado a ti, yo se que tus padres vivieran estarían muy orgullosos por que tú sigues aquí y sigues luchando, no te das por vencido
-Muchas gracias, hace unos días lo que me mantenía vivo, era buscar a ese maldito y vengarme, pero desde que te… desde estoy en terapia grupal, tengo otra razón para vivir- se me quedó viendo fijamente a los ojos, nos acercamos mas y mas, pero me voltee, no quería que mi corazón latiera por él.
-Buenas noches- me acosté en mi cama
-Buenas noches- se me quedó viendo un poco confundido y apagó la luz

Aún en la oscuridad, no podía dormir, daba vueltas y vueltas en la cama, solo pensaba en él, y en como su mirada se acercó más a la mía, pude sentir su aliento en mi boca, y casi siento sus labios, pero yo no quería enamorarme de él.

Me desperté en la madrugada por que tenía ganas de ir al baño, no vi a mi compañero de cuarto supuse que había salido por la misma razón que yo, entre al baño, todo estaba muy oscuro, escuche una respiración muy agitada, así que a tientas prendí la luz.

No creía lo que veía, el azulejo blanco estaba lleno de una sustancia roja, vi de quien venía esa respiración, en el suelo estaba hincado Josafath y enfrente de él yacía tirado Marco, yo no entendía nada…
-¿Qué paso?- pregunte con la voz temblorosa
-Perdón… no quise… pero el…- Josafath estaba muy alterado, empezó a llorar y me abrazo fuertemente, sentí como la sangre se impregnaba en mi pijama
-¿Por qué le hiciste eso?- lo empuje, yo seguía viendo el cuerpo
-No te asustes, no te hare daño- se había acercado muy bruscamente a mí, yo salte- perdón, yo nunca haría eso, pero con lo que te iba hacer me dio muchísimo coraje, no se como lo hice, cuando reaccione vi la sangre en mis manos y el cuerpo sin vida de Marco, perdón
-¿Qué me quería hacer?
-El te iba… lo escuche hablar por teléfono…yo iba a tomar un vaso de agua y ahí estaba el hablando por teléfono, diciendo que hoy era la noche en que ibas a ser suya
-¿Cómo que suya?
-El te iba a… violar
-¿Qué? Ese maldito bastardo

Tenia tanta furia, en sus ojos inertes veía la ferocidad con la que me veía Brandon, me acerque y empecé a patear ese maldito cuerpo. Josafath me abrazo para que me calmara, ahora sabia que le debía mucho al ojiverde, él seguía siendo mi salvador, me quede un rato pensando, vi el cadáver y como buena criminóloga empecé a limpiar, ya que no quería que nadie nos descubriera.

-Tenemos que borrar toda la evidencia- decía yo mientras borraba todas las huellas que había dejado el asesino
-¿Qué hago yo?- me decía el ojiverde todavía nervioso
-Tenemos que esconder el cuchillo, quemar la ropa que está llena de sangre, para cuando llegue la policía, nosotros no seamos sospechosos, pero ahorita no tenemos mucho tiempo, en pocas horas se empiezan a levantar y no nos pueden ver aquí… Esconde las cosas en nuestro cuarto, en la parte de arriba del closet, en la mañana nos vamos al bosque a esconder toda la evidencia y poner evidencia falsa para que no lleguen a sospechar de nosotros
-Está bien- salió del baño
-Espera, llévate mi pijama también- me la quite, no me importaba que me viera semidesnuda sabia que él no era como Brandon o Marco- me traes una limpia por favor

Regresó de esconder las cosas, me dio otro pijama, yo ya había terminado de poner nueva evidencia y borrar todo lo que involucrara a Josafath, así que planeamos algo para que no sospecharan de nosotros.

-Ahhh- grite con desesperación, como lo habíamos planeado el ojiverde y yo
-¿Zamantha qué pasa?- Elena había llegado a lado mío- ¿Qué paso?- sus ojos estaban como platos, grito mucho más fuerte que yo y al ver tanta sangre y el cuerpo sin vida se desmayo.

No tardaron en llegar los otros compañeros del campamento incluido Josafath, no creían lo que veían, todos lloraban, gritaban, y Verónica llamaba a la policía.
Yo tuve que seguir fingiendo para que no sospecharan de mí, la verdad actuaba muy bien, solo me faltaba desmayarme hubiera sido un buen toque, pero todos creyeron todo nuestro teatro, hasta la policía, practicamos muy bien todo.

-Señorita Zamantha, nos puede explicar bien como encontró el cuerpo- un policía regordete se sentaba en el sillón a lado de mi, mientras me ofrecía una taza de té, yo con amabilidad y con un pequeño temblor de manos agarre la taza.
-Pues yo me levante para ir al baño, camine hasta allá, y cuando prendí la luz- empecé a llorar, para que me creyeran mas- lo vi… estaba tirado ya sin vida y con sangre alrededor, no sé qué persona haría eso, si se le puede llamar persona- llore un poco mas
-¿A qué hora fue eso?- el policía apuntaba todo lo que decía en una libreta
-Eran las tres de la mañana
-¿Qué fue lo primero que hizo usted?
-Pues grite como loca, estaba muy asustada y me quede paralizada, no supe que mas hacer
-¿Quién fue la persona que llego después de usted?
-Elena
-¿Alguien tardo más tiempo en llegar?
-No lo sé estaba en shock y no me di cuenta de nada
-¿Sabe de alguien que odiara a Marco?
-No lo sé, era muy amigable, a todos nos caía bien- mentí, aunque en ese momento pensé que teníamos un problema, porque Josafath había tratado de pegarle y el podía quedar como sospechoso
-Bueno señorita muchas gracias, váyase a descansar
-¿Cree que podre dormir sabiendo que anda un asesino suelto?-que dramática soy
-No se preocupe nosotros nos quedaremos aquí todo el día

Temblorosa me dirigí hacia mi habitación, con lágrimas en los ojos, todos me veían, me tocaban el hombro, de verdad me veía muy asustada, me encantaba fingir, por fin llegue a mi destino.
-¿Cómo te fue?- todavía tenía una mirada asustada
-Bien, todo conforme al plan, también a ti te llamaran, pero ya sabes que decir- me senté a su lado
-Zam… voy a decir que yo lo hice- vi como una lágrima pasaba por su hermoso rostro
-No lo hagas, no quiero que estés en la cárcel, a ti te deberían de dar una medalla, me salvaste, eres mi héroe, nadie hubiera hecho eso por mí, gracias- lo abrace
-¿De verdad?- sus brazos me abrazaban fuertemente
-Si, de verdad, yo no sé qué haría sin ti, eres un buen amigo, el único que tengo- en él confiaba mucho, no se porque razón, pero me gustaba estar con él, es la primera vez después del asalto que podía decir algo así de alguien.
-Tu eres muy especial en mi vida, gracias por no delatarme y salvarme- se me acerco lentamente, no podía separarme de su mirada, estaba hipnotizada, me acerque un poco mas y me levante rápidamente, no quería sentir nada en mi corazón, no quería volver a salir lastimada.
-¿Por qué…?- pero no termino la frase porque lo llamaron para que contara su versión de la historia, me dirigió una última mirada y salió de la habitación.